Sus millones no se tocan: la Iglesia Católica fuera de la Ley de Solidaridad

El concepto de "Separación entre Iglesia y Estado" día a día suena más fuerte en la sociedad, aunque su relación se refuerza día a día. Con la llegada de nuevas autoridades al Ejecutivo Nacional se dio paso a un ajuste que hasta congeló las dietas de legisladores, y por más que esto en resultados no signifique mucho, simbólicamente mantiene la idea de una especie de esfuerzo para resolver la problemática de aquellos que ni siquiera llegaban a hacer las 4 comidas diarias.

La belleza del discurso no bastó y la Ley de Solidaridad se instaló en algunos sectores, que como siempre, "deben hacer el esfuerzo". Hasta aquí, las entidades bancarias y la deuda ilegítima continúan siendo los grandes mimados del ajuste, pero por supuesto quienes tampoco se plegaron al eco solidario fueron los obispos y representantes de la Iglesia Católica, institución que recibe una importante tajada del Presupuesto.

La cifra una vez más variará y no precisamente para el lado de los más vulnerables. La Ley 21.950 establece que el Estado debe hacerse cargo del salario de arzobispos y obispos, calculados en un 80% del salario de un juez nacional de primera instancia, por lo que, al igual que los magistrados, no serán alcanzados por el ajuste. De la misma forma, la Ley 22.162 establece como una obligación que el Estado agregue un subsidio para sacerdotes de zonas de frontera o desfavorables, mientras que la Ley 22.950 apunta a los seminaristas.

Según informes oficiales, durante el 2016 nuestra solidaridad llegó a 132 obispos y arzobispos, 568 sacerdotes y 1.120 seminaristas. Las cifras en ese año ya resultaban escandalosas, la institución con sede en su propia ciudad recibió más de 134 millones de pesos. Claramente esta cifra no representa en su totalidad la montaña de beneficios, puesto que se debe tener en cuenta que además, se han donado importantes extensiones de tierra, inmuebles, y dinero a la Iglesia.

La millonaria e histórica solidaridad con la religión que más fieles ha perdido en los últimos años no termina aquí. Las exenciones en impuesto a las ganancias, IVA y otros de similares características, como también los aportes desmesurados para instituciones educativas que funcionan bajo la órbita eclesiástica, representan un cálculo que varía de provincia a provincia.

Curiosamente, la entidad que más habla de la solidaridad, y de quienes menos tienen es la que menos esfuerzo ha hecho, en sí nada, al igual que bancos y altos funcionarios judiciales serán sostenidos por trabajadores, productores y jubilados. Por último, vamos a recordar los dichos de Mario Antonio Cargnello, arzobispo de Salta, recomendando al ex presidente llevarse el rostro de los pobres, y a partir de esto preguntarnos si él, como los suyos, se animan, aunque sea a mirarlos.