Swingers: un remolino de fantasías
Para muchos, es una práctica subversiva. Los que pertenecen a ese mundo inquietante opinan que se trata de un bálsamo refundador del deseo. El secreto, dicen, la fidelidad de la pareja.
Dos parejas se juntan a comer. Treinta y pico, bien vestidos. Lo usual, nada estridente: una copa de vino, agua sin gas, risotto, almendras... Toman un trago. La insinuación la hace una de las chicas. El clima invita y el juego comienza. Lo que hacen quedará en la línea en la que el deseo toca lo prohibido. Los encuentros swingers conjugan fantasías y adrenalina en una esfera donde el placer siempre está al límite.
El placer menos pensado
El nombre viene del verbo swing, que en inglés, significa oscilar. Y, en las sábanas, el significado es literal: aunque las variantes son infinitas.
"Las reglas están claras y se pactan de antemano. Mucha gente confunde a los encuentros swingers con algo desenfrenado y no es así. Siempre se va de a dos y no es un todos contra todos sin control.
Profesora de Educación Física, entró en la movida hace nueve años, después de romper con un matrimonio de casi dos décadas. "Conocí a mi pareja actual y me lo propuso él. Tenía mis reservas, pero cuando probé, experimenté una sensación de unión que nunca tuve con parejas anteriores".
Su primer encuentro fue en el club donde hoy trabaja. En esa época Anchorena era uno de los únicos pubs de intercambio de parejas. Ocupaba la planta baja de un petit hotel de Barrio Norte. Hoy tiene siete pisos que incluyen pub, reservados, un restó erótico, un appart hotel. Paredes color salmón, sillones amplios y luces bajas ayudan a subir los decibeles.
"Hay distintos sectores para que todos se sientan cómodos", dice Laura y aclara que no a todos les gusta lo mismo: "algunos quieren exhibirse y otros no. También están los que quieren hacerlo en una habitación del appart".
De la cama al diván
El psiquiatra asegura que muchos de estos encuentros acaban en el diván. Los que quedan peor son los hombres: "de alguna manera, tienen que medirse con el otro que está con su mujer".
"Para que una relación swinger termine bien, la pareja debe funcionar bien antes de emprenderla", aclara el psicólogo y sexólogo Patricio Gómez Di Leva. El médico asegura que buena parte de los que se inician en una relación de intercambio supera los treinta años.
Hay parejas homosexuales, pero la mayoría es hetero. Una manera de reinventarse en la cama después de mucho tiempo de hacer lo mismo. "Lo toman como una aventura, un impasse en la rutina que puede terminar en un encuentro o seguir para el resto de su vida", explica.
Cuestión de código
No hay una sola versión, pero todos coinciden en que estas cláusulas constituyen lo que sería una especie de "código" swinger.
1. No romper ninguna pareja ni vincularse, erótica o sentimentalmente, fuera del encuentro swinger.
2. Asistir a la primera cita swinger dispuesto a no hacer perder el tiempo a los otros.
3. Nunca faltar a las citas acordadas.
4. Nunca imponerse sobre la voluntad de nadie para practicar el swinger, aún tratándose de la propia pareja.
5. No hablar del estilo de vida swinger con quienes no hayan manifestado interés al respecto. Respetar las ideologías y creencias morales de los demás, aún si no son respetadas las propias.
6. Proteger el propio anonimato como el de otras personas swinger conocidas.
7. Cuidar al máximo la higiene y apariencia personal.
8. No hacer nada que desacredite el estilo de vida swinger.
9. Ser amigable y cálido con las amistades swingers, pero nunca invadir los ámbitos emocionales de otras parejas.
10. Practicarlo siempre seguro.
Fuente: Elena Peralta / Clarín Mujer
Alguien sabe de las fiestas swingers en salta cap
Ver más