Tocó perder

Quién es la hija no reconocida de la Mona Jiménez que le ganó el juicio millonrio

Después de muchísimos años, la Justicia se expidió ante el pedido de una joven. Mirá cuánto le tendrán que pagar.

QPS Zapping

Tras casi una década de lucha judicial, Natalia Jiménez Echevarría logró lo que durante años parecía imposible: que la Justicia obligara a Juan Carlos "La Mona" Jiménez a reconocerla como su hija y a indemnizarla por el daño causado tras décadas de abandono. Este martes, el emblemático cantante de cuarteto fue condenado por el Juzgado de Primera Instancia de Córdoba a pagar 300 millones de pesos en concepto de daños y perjuicios por no haberla reconocido legalmente durante más de 30 años.

La sentencia fue dictada por la jueza María Virginia Arato y sienta un precedente no solo por la magnitud económica de la condena, sino por su valor simbólico y humano: el reconocimiento legal y emocional de una hija que luchó toda su vida por tener un lugar en la historia de uno de los artistas más influyentes del país.

La historia detrás del juicio

Natalia nació como fruto de una relación breve y secreta entre La Mona Jiménez y Liliana Beatriz Echevarría, una joven de 18 años que conoció al músico durante unas vacaciones en Córdoba. Por entonces, Jiménez ya estaba casado y la relación quedó envuelta en el silencio. Tras enterarse del embarazo, Liliana regresó a Buenos Aires, donde crió sola a su hija.

A lo largo de los años, según consta en el expediente, hubo algunos encuentros esporádicos y cartas enviadas por Jiménez a Natalia. Pero nada de eso fue suficiente: el artista nunca la reconoció públicamente ni asumió legalmente su paternidad hasta 2021, cuando una prueba de ADN confirmó el vínculo biológico. Ese mismo año, el Registro Nacional de las Personas inscribió a Natalia con el apellido Jiménez Ruffino.

"Hoy puedo decir quién soy"

"Hoy puedo verme al espejo y decir quién soy. Pero no entiendo por qué nunca escucharon mi pedido de hacerlo en silencio, entre nosotros", expresó Natalia al conocerse el fallo. Sus palabras reflejan la complejidad emocional de una batalla que no fue solo legal, sino profundamente íntima y personal.

La demanda fue presentada en 2015 luego de que fracasara una instancia de mediación. El juicio avanzó con pruebas contundentes y testimonios que evidenciaron no solo la relación de Jiménez con la madre de Natalia, sino también el vínculo intermitente -y nunca oficializado- que el músico mantuvo con su hija.

Carolina Farías, abogada de Natalia, destacó el carácter excepcional del fallo: "Es un fallo histórico por la rapidez del proceso y por la magnitud de la condena. Pero, sobre todo, por lo que significa para quienes durante años vivieron con una identidad incompleta".

Más que una cifra

Aunque la cifra de 300 millones de pesos llama la atención por su dimensión, para Natalia el verdadero triunfo es otro: haber logrado, por fin, ponerle nombre y rostro a una historia que durante años fue negada. El fallo representa una victoria en la búsqueda de identidad y justicia, en un país donde miles de mujeres como ella todavía luchan por ser reconocidas.

Natalia no es solo "la hija de La Mona", sino una mujer que eligió dar la cara, contar su verdad y enfrentar a un ícono popular para defender su derecho más básico: el de ser reconocida.

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Comentarios

  • Sincero

    Si fuera hija de un Don Nadie no hubiera luchado por ser reconocida, por la plata baila la monita

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