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Fue campeón del mundo con la selección Argentina y ahora es un prestigioso abogado

Hoy ejerce como abogado en Entre Ríos, con estudio propio y una fuerte vocación por la justicia social y ambiental.

En 1995, el nombre de Joaquín Irigoytía sonaba fuerte en el mundo del fútbol argentino. Dueño del arco de la Selección Sub 20 que se consagró campeona del mundo en Qatar, fue elegido el mejor arquero del torneo y apuntaba a ser una de las grandes figuras del futuro. Pero dos décadas después, su vida transcurre lejos de los estadios: es abogado en Gualeguaychú, Entre Ríos, y dedica su trabajo a causas civiles, laborales y ambientales.

El salto a la fama de Irigoytía se dio bajo la dirección de José Pekerman, en una camada dorada que compartió con Juan Pablo Sorín, Ariel Ibagaza y Leonardo Biagini. Sus reflejos, seguridad y carácter bajo los tres palos lo convirtieron en pieza clave del equipo juvenil campeón. Sin embargo, la carrera profesional que todos anticipaban nunca terminó de despegar.

Debutó en River Plate, pero la fuerte competencia -especialmente con Germán Burgos en el plantel- le impidió afianzarse. Su recorrido continuó por Lanús, Colón, Almagro y distintos clubes del exterior como Hércules (España), Cerro Porteño (Paraguay) y Cobras de Ciudad Juárez (México). En 2005, jugó su último año como profesional en Aldosivi, en la B Nacional. Aunque rindió en gran nivel, especialmente en los últimos partidos de un campeonato decisivo por la permanencia, tomó una decisión poco común: rechazó una renovación y colgó los guantes definitivamente.

"No soportaba más el entorno", confesó años después en una entrevista con Diario Debate. "Cuando me hice profesional comencé a ver cosas que no me gustaron. Fundamentalmente, de parte de directivos e intermediarios. Mi carrera duró hasta que no lo soporté más".

Ya cursando Derecho mientras aún jugaba, encontró en las leyes el terreno fértil para una nueva vocación. Se recibió en 2010 y desde entonces ejerce como abogado, con estudio propio, acompañado por su hija Belén. Además, preside una ONG dedicada a la defensa del consumidor y la protección del medioambiente, reflejo de su fuerte compromiso con las problemáticas sociales.

"Me va bien. Y mucho se lo tengo que agradecer a mi esposa Natalia, que siempre me apoyó", contó recientemente a Clarín. Aunque dejó atrás los guantes, el mismo sentido de justicia y responsabilidad que lo hizo destacar en la cancha, hoy lo guía en los tribunales.

Del arco a los estrados judiciales, la historia de Joaquín Irigoytía es un testimonio singular de reinvención y coherencia. Lejos del ruido del fútbol, construyó una vida nueva, con valores firmes y un objetivo claro: hacer la diferencia, ahora desde otro lugar.

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