Fue campeón del mundo con Boca y terminó preso: perdió todas sus propiedades
En tan solo meses logró levantar la Copa Libertadores y fue figura en la final de la Copa Intercontinental.
Carlos Salinas fue uno de esos "10" clásicos, talentosos y temperamentales, símbolo de una época dorada del fútbol argentino. Brilló con la camiseta de Boca Juniors en los años setenta, convirtió goles fundamentales en finales internacionales y se metió en el corazón del hincha. Pero su historia no tuvo un final de película: tras colgar los botines, su vida dio un giro abrupto y terminó en prisión, perdiendo gran parte de la fortuna que amasó en las canchas.
Un "Loco" en la era gloriosa
En 1977, Juan Carlos Lorenzo lo pidió personalmente para reforzar un mediocampo de lujo en Boca. Salinas, apodado "el Loco", venía de destacarse en Chacarita y su llegada fue explosiva, literal: tras un encontronazo con Rubén "Chapa" Suñé en un partido, terminó siendo incorporado por el propio Toto Lorenzo, quien vio en él al jugador aguerrido y talentoso que su equipo necesitaba.
Fue titular en la final de la Copa Intercontinental frente al Borussia Monchengladbach en Alemania, y marcó el tercer gol del 3-0 histórico que consagró por primera vez a Boca a nivel mundial. Al año siguiente, volvió a dejar su huella en otra final: en la Copa Libertadores 1978, convirtió un gol clave ante River en semifinales y otro más en la final de vuelta ante Deportivo Cali, sellando el bicampeonato continental en una Bombonera colmada.
Carlos Salinas junto a todos las figuras del Boca Juniors de 1977.
"Con el Cali, la Bombonera era impresionante, dimos la vuelta con toda la gente. Uno recién cae con los años en lo que hizo", recordaría después Salinas en una entrevista con El Gráfico.
El ocaso tras la gloria
Luego de su paso por Boca, pasó por Argentinos Juniors, Independiente y el fútbol colombiano. Pero a los 31 años, cansado y desmotivado, decidió retirarse. "Después de jugar en equipos grandes, me dolía todo. Por ahí fue por las salidas que hacía", confesó, con una sinceridad cruda que explica lo que vendría.
Alejado del fútbol, se vinculó con personas del ambiente delictivo y terminó detenido. "Me agarraron en una fiesta, estaban buscando a otro. Había droga, pero yo no tenía nada que ver. Me metieron en Devoto tres o cuatro meses", relató. Su estadía fue distinta a la de cualquier preso: lo aislaron, lo protegieron y hasta jugaba al fútbol todas las tardes. "Nunca estuve preso, mi cabeza siempre estuvo afuera", asegura.
Fortuna evaporada
Salinas llegó a tener siete departamentos, dos BMW y grandes ingresos gracias a tres transferencias internacionales en un solo año. Pero todo se fue diluyendo con el tiempo. "Siempre tuve muchas mujeres. Algo hice con la plata: departamentos para mis hijas, viajes, y disfruté. ¿Quién me quita lo bailado?", reflexionó.
Hoy, vive en un modesto departamento propio en el barrio porteño de Caballito, y se mantiene gracias a una pensión de la Mutual de Boca. A sus años, ya no necesita más que eso. Su pasión por el Xeneize se mantiene intacta: ve todos los partidos y, cada tanto, vuelve a la Bombonera que lo vio brillar.
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