El caso que estremeció

Le pusieron alcohol de quemar al vino y mataron a varios: la tragedia más terrible

Los fabricantes quisieron estirar su producción para ganar más dinero y crearon una bebida mortal.

Atilio Bengolea, tenía 57 años, trabajaba como tractorista en la provincia de Buenos Aires, estaba casado con Delfina Guemil y era padre de una familia numerosa, cuando a poco de compartir un asado familiar murió intoxicado.

Ocurrió un domingo de la última semana del caluroso verano del mes de febrero de 1993 y fue el inicio de la mayor tragedia por consumir vinos adulterados con el agregado de alcohol metílico (también llamado de quemar o metanol) de las marcas Soy Cuyano y Mansero que habían sido elaborados en la bodega sanjuanina Nietos de Gonzalo Torraga S.A.

A lo largo de varios meses el número de muertos varía entre 26 y 30, con casi medio centenar de personas que terminaron con diversas lesiones, siendo la ceguera y los daños neurológicos los más importantes, cifra que en ese año superó a los fallecidos por ingesta de propoleo, ocurrida meses antes y que, además de la responsabilidad de los dueños de la bodega ubicada en el departamento de Caucete, puso en tela de juicio los controles que debía realizar el Instituto Nacional de Vitivinicultura.

Las intoxicaciones se produjeron en Quilmes y Ensenada de la provincia de Buenos Aires, donde el vino era envasado en damajuanas de 4 litros y medio, que se vendían a 3,50 pesos, pero además eran distribuidas en Santa Fe, Corrientes, Entre Ríos y Misiones.

Las muertes se fueron sucediendo desde febrero de 1993 y así el tiempo fue pasando lentamente hasta que 3 años después el caso volvió a ser noticia, cuando un Tribunal Federal, en un juicio oral y público condenó a un a los que consideró responsables de los delitos de "adulteración de vinos" y "adulteración de sustancias alimenticias en forma peligrosa para la salud, seguida de muerte reiterada de 10 o más casos". La noticia nacional puso su mira en la provincia de San Juan, desde donde habían salido los caldos (uno tinto y el otro blanco), pero el titular de la empresa que ya había sido intervenida por un decreto del presidente Carlos Menem, logró escapar del pedido de detención emitido por la Justica Federal, a donde por competencia había caído la investigación. 

Las muertes se fueron sucediendo desde febrero de 1993 y así el tiempo fue pasando lentamente hasta que 3 años después el caso volvió a ser noticia, cuando un Tribunal Federal, en un juicio oral y público condenó a un Mario Torraga a 15 años de prisión y al enólogo Armando Ribes a 10 años, a los que consideró responsables de los delitos de "adulteración de vinos" y "adulteración de sustancias alimenticias en forma peligrosa para la salud, seguida de muerte reiterada de 10 o más casos".

Mientras que su hijo Guillermo, junto a Horacio Barbero y Pedro Tobares recibieron una pena de 6 años y medio de prisión, como participes secundarios. Todos, beneficiados por el régimen de 2 x 1, recuperaron la libertad mucho antes de cumplir las condenas. El bodeguero a fines del año 1997 obtuvo un permiso para salir de la cárcel por 24 horas sin custodia, cuando su hijo Guillermo ya había dejado el establecimiento carcelario de Chimbas.

En el debate, con más de 200 testigos, quedó comprobado que la intención del bodeguero fue la de agregar el químico para luego "estirar" el producto con agua y así lograr mantener la graduación alcohólica mínima autorizada por el INV que, en el juicio estuvo representado por el abogado mendocino Omar Venier. / Los Andes


Comentarios

  • TRONCHATORO VERGATIESA

    El vino mata. Lo dije cien mil veces. Mejor tomen gaseosa y llegaran a viejos, como yo. Y si no les gustan las gaseosas, tomen agua, mierdas. Lo mismo digo con respecto al cigarrillo, las drogas y la coca de coquear. No sean opas. Ésta es la única vida que hay.

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  • Martin Glande

    El alcohol de quemar es etanol, informen bien tasudos

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