Abuelito escapó de un geriátrico salteño para denunciar abusos: vivió un calvario

Con paso lento pero decidido, Arturo González, un abuelito salteño de 92 años, denunció en diario ElTribuno los abusos y maltratos que sufrió en un geriátrico de la ciudad de Salta. Lo hizo solo, sin asistencia, tras escapar del hogar ubicado en barrio Santa Lucía. "Prefiero morir en una pieza antes que ser hambreado y golpeado", dijo entre lágrimas, pero con una lucidez que sorprende.

Nacido en 1923 en Salta Capital, González dedicó su vida a la industria automotriz como soldador y es reconocido por haber sido donante de centenares de libros a bibliotecas públicas y narrador en la Casa de la Cultura. A pesar de su avanzada edad, decidió no guardar silencio y relatar su calvario.

"Me pateó, me pegó y me negó comida y agua durante dos días, solo pude alimentarme con frutas hasta que me fui con una bolsita", denunció, refiriéndose a la encargada del geriátrico, identificada por él como "Yapura". Según su testimonio, el lugar aloja a 17 adultos mayores, muchos de ellos en sillas de ruedas, y solo tres podían caminar. "Y aún así me maltrataban todo el tiempo", lamentó.

Luego de escapar, Arturo buscó a su hijo varón, quien le preguntó dónde pensaba dormir. "En el parque San Martín, en donde sea, pero no vuelvo más a ese lugar", respondió con firmeza.

En su recorrido hacia el centro, pasó por el mercado San Miguel donde tomó un café con leche, y luego llegó caminando hasta el diario. "Yo a ese lugar no vuelvo. Vine solo a pedir justicia y que esto no le pase a nadie más", sostuvo.

"Todos tuvimos padres y abuelos. ¿Dónde está la empatía? ¿Dónde están los controles?", cuestionó el hombre, quien presentó como prueba el recibo de pago del geriátrico por $450.000 y ofreció su dirección actual -calle Santa Marta 1787, en Santa Lucía- "por si alguien duda de mi verdad".

En medio del dolor, Arturo no pierde su sentido del humor ni su pasión por las letras: una verdadera biblioteca andante, cuya claridad mental desarma cualquier prejuicio sobre la vejez.

Antes de retirarse, dejó un mensaje directo a las autoridades: "Vine por justicia, por respeto y por los que no pueden hablar. No más abusos en los hogares de ancianos".