El corpiño, como sostén del orden patriarcal moderno

Cuando suelo enseñar que la Escuela se puede pensar como un dispositivo de encierro, como institución propia de la Modernidad, que al igual que las cárceles, que los hospitales, y que las fábricas, responden a una estructura de vigilancia y control, mis estudiantes, se sienten interpelad@s y hasta incómod@s, e incluso, algun@s, llegan a enojarse conmigo, a lo que estilo responder, que para indignarse mejor, podrían leer a Michel Foucault.

Precisamente, leer "Vigilar y Castigar, nacimiento de la prisión". Acto seguido, intento traer a colación algún hecho del presente -para ilustrarles las similares características de la escuela con las de la cárcel- pero más cercano.

En este cuatrimestre, ese hecho presente y cercano, fue el de la sanción de una Rectora a una joven estudiante, Bianca -del colegio Reconquista de Villa Urquiza en CABA- por haber asistido sin corpiño a clases, aunque posteriormente se retractara ante la madre de Bianca, indicando que la sanción fue porque la estudiante se había puesto "un vestido con tiritas".

Recuerdo que para 2012 decidí entrar a visitar a un amigo a la cárcel, fui en bicicleta hasta la puerta del penal de Villa Las Rosas en Salta Capital, a preguntarles a los guardias los días de visita. Al irme, una mujer me atajó cerca del árbol en el que había apoyado mi bicicleta y me dijo por lo bajo: "Tenes que venir con corpiños sin aros, no uses musculosa o ropa con transparencias, ni minifalda, ni calzas, sino no te van a dejar entrar. Trata de no traer plata y vení con tu DNI".

¿Por qué todas aquellas indicaciones? Porque tanto desde la Escuela como desde la cárcel, determinan cómo nosotras tenemos que contribuir al orden social: vestirnos de tal modo que nada en nosotras indique que somos mujeres, pasar desapercibidas como tales. Esto de ser mujer y además parecerlo, en la Argentina les está permitido a figuras del espectáculo, como Juana Viale, por cuya ausencia de corpiño nadie se desvela. En la controversia que se generó cuando tomó estado público la sanción que la joven Bianca recibió, el discurso más retrógrado y arcaico fue el de Baby Etchecopart.

Recordé entonces, la película que analizamos la semana pasada en clases, "El nombre de la Rosa" basada en el libro de Umberto Eco. Baby Etchecopart se convertía entonces en el Inquisidor del año 1327, que acusaba a la joven plebeya, condenándola a la hoguera, en consonancia con la idea de que "El castigo público es la ceremonia de la inmediata trasposición del orden" (Foucault, 2015, p.128).

Amparado en una violencia de la que se cree ilustre portador, y frente al micrófono, aplicó sus elementos de tortura -"puteadas"- asumiendo que lo más importante que le había pasado a Bianca en su vida era haber ido al colegio sin corpiño. Como docente, puedo decir, que entre los detractores de las y los jóvenes se ocultan los defensores de un status quo injusto y deshumanizado. No sé qué es lo más importante que le habrá pasado a Bianca en su vida, porque no he conversado con ella para preguntárselo, lo que si se y que es importante para la Educación en Argentina, es que tuvo el valor de contarlo, el apoyo de su madre que la acompañó, y la solidaridad de sus docentes y compañer@s, que en lugar de violentarla, de dejarla sola, y de rechazarla, respetaron su decisión de no usar corpiño, y se expresaron al respecto, imponiéndose ante el prejuicio de una autoridad. Prejuicio que comparten muchas personas bajo el rótulo de normas escolares para vivir mejor, mientras nos cierran escuelas, y las que dejan abiertas son vaciadas de estudiantes y desmanteladas por las políticas de ajuste. Me pregunto, hasta cuándo seguiremos siendo arrojadas a las hogueras por ser mujeres y además parecerlo, ¿alguna vez podremos dejar de ser consideradas como las brujas que engañan a los santos, o seguirán erigiéndonos como las hijas de Eva, tentando a los Adanes? La Virgen María no usa corpiño, y sin embargo, nadie la critica, ¿acaso su imagen es portadora de más derechos que nosotras, las mujeres de carne y hueso? Incluso, según el Evangelio de San Lucas-, su libertad para ser madre fue reconocida por el mismísimo Ángel Gabriel, que luego de anunciarle que sería la madre de Jesús, espera su respuesta, que finalmente es un sí. He allí el principio de la maternidad libre, que María ejerció hace 2018 años, además de no tener que usar corpiño, hasta el día de hoy.