El Milagro tiene que ser de todos: duro revés a la Procesión VIP

La decisión de las autoridades máximas de la Iglesia Católica en Salta tenía dos problemas principalmente que no vieron y los salteños terminaron dándole la espalda. Sus representantes más importantes, también. 

El primer problema más coyuntural. Una incoherencia total que se saque las imágenes de la Catedral con la posibilidad de que la gente se acerque a las inmediaciones de la plaza 9 de Julio o alrededores para ver o saludar a los santos patronos de todos los salteños. Es algo que inevitablemente pasar. O acaso la Iglesia se responsabilizará del enorme operativo policial que habrá que montar para que los salteños no se acerquen. 

Días atrás, otra mala decisión de la Iglesia, a contramano de todo lo que está pasando fue desbaratada. Que los salteños vayan a rezar la Novena a la Catedral. Innecesario por donde se lo mire. El primer día de Novena, el domingo que pasó hubo cientos de abuelos y salteños haciendo fila para entrar a la casa mayor de los católicos en Salta. Justo en el momento de evitar aglomeraciones, filas y demás por la pandemia. 

El segundo problema es más de fondo. La fiesta del Señor y de la Virgen del Milagro es de todos los salteños. De los católicos y de los que tampoco lo son. Es de los peregrinos que caminan días hasta semanas para llegar a la Catedral. Es de las familias que reciben a los peregrinos. Es de los que le ponen el cuerpo a la procesión. No es solo de las autoridades de la Iglesia ni nuestros representantes. De hace años, se viene cuestionando duramente los cordones entre la gente y aquellas autoridades. El significado de ese cordón es muy profundo. Es que hay salteños VIP y el resto. Es la brecha que se abre cada vez entre unos y otros. Y la Iglesia parece no entenderlo. 

El gobernador Sáenz y la intendenta Romero comprendieron el mensaje de los salteños y le dijeron no. No, porque hay que cuidarse y no porque la Procesión del Milagro es de todos y no de unos pocos.