A propósito de la ley provincial de educación financiera...

Una nueva Ley, una nueva oportunidad.

Tenemos la satisfacción de que nuestra provincia haya logrado la reciente sanción de la ley de educación financiera temprana en establecimientos educativos de nivel secundario del sector público y privado. -

Como bien lo destaca su autor e impulsor, esta ley permitirá a los jóvenes a aprender a administrar, a planificar sus recursos financieros, a calcular costos, calcular intereses, cómo gestionar una deuda, cómo hacer que una deuda sea repagable, entre otras herramientas financieras. -

Lo cierto es que las palabras del autor de proyecto que hoy es Ley no llegan a traducir en toda su entidad la importancia del paso que se ha dado hacia la inclusión y el desarrollo de los jóvenes y de la sociedad. -

No hay duda de que estamos ante un acierto, sin embargo, no debemos incurrir en el error de pensar que de la misma Ley emanará una luz transformadora con fuerza suficiente para reformular las bases de un sistema educativo que, desde siempre, se ha centrado exclusivamente en la faz cognitiva, haciendo de la misma un fin cuando lo cierto es que desde siempre fue y seguirá siendo un medio (y no el único). Pasará algo de tiempo hasta que la Ley eche sus raíces y se internalice en nuestra sociedad como un bien del que ningún joven puede prescindir al momento de terminar sus estudios y tener que enfrentar la vida misma del mismo modo que lo hicimos quienes ya somos adultos, pero con una gran diferencia, para ellos la palabra "emprender" no será entendida como un imposible ni como una acción reservada para unos pocos. -

En este escenario tan auspicioso solo queda por tener la esperanza de que la fuerza y espíritu de la Ley no se diluya en una instrumentación reglamentaria que, por no llegar a comprender su importancia, termine haciendo de la educación financiera una materia más del diseño curricular que debe ser aprobada por el alumno para pasar de curso. Nada más alejado de lo esperado. -

Al igual que yo muchos lectores de este artículo de opinión que hoy tienen más de 40 años recordaran a la educación pública que hemos recibido con gran orgullo y con un fuerte sentido de pertenencia. Entre tantos otros recuerdos también volverán aquellos vivases compañeros sentados en el fondo del aula organizando todo un esquema asociativo de trabajo para poder copiarse en el examen y que luego, ya en su vida de adultos, han llegado en muchos casos a tener más éxito en su desarrollo laboral y profesional que aquellos con excelentes calificaciones. -

El fin que persigue la educación financiera es trasversal a todas las áreas del saber y debe ser entendida en ese sentido. Cuando el maestro de matemáticas nos da el resultado a una educación y propone una competencia ente sus alumnos dividiéndolos en grupos y dando a cada uno de ellos una pista diferente de como arriba a esa ecuación, nos estará enseñando a optimizar los escasos recursos con los que se cuenta para maximizarlos a partir del trabajo en equipo al mismo tiempo que nos estará enseñando a que existen distintos medios para arribar a un mismo resultado, eso es educación financiera. Cuando el maestro en ciencias naturales decide no explica el porqué de los fenómenos biológicos sino que pide que la explicación sea brindada por sus propios alumnos a partir de las manifestación del mundo natural estará agudizando la observación y el ingenio de jóvenes que aprenderán mucho más que biología, aprenderán a razonar, aprenderán a fundamentar y defender su posición, aprenderán a ver que no siempre hay una respuesta univoca a todo y que existen distintas formas de percibir una misma realidad, aprenderán que su opinión importa, aprenderán a escuchar y a ser escuchados, aprenderán a valorar y a ser valorados. Esas son ni más ni menos que las herramientas de las que se valdrán nuestros futuros emprendedores y es en tal sentido que dichos conocimientos adquiridos forman parte inescindible de la educación financiera. 

Muchos de mi generación venimos de un sistema educativo que nos preparó para enfrentarnos a la vida como peones de una única pieza dentro de un gran tablero de ajedrez, un sistema educativo en el que las aptitudes e inclinaciones personales de cada alumno hacia algún área especifica del saber era tomado como algo que merecía ser descontado, centrando toda su energía en los demás aspectos en los que el alumno no presentaba facilidades cognitivas, un sistema educativo en el que errar era objeto de reproche y penalización por lo que el único motor que impulsaba el aprendizaje era el temor al castigo.-

De nosotros depende dotar a nuestros hijos de más y mejores herramientas para encarar su vida de adultos como personas emprendedoras dispuestas a enfrentar desafíos. La cultura del esfuerzo y trabajo junto al dominio de la técnica resultarán siempre importantes para tal cometido pero de poco servirán si no van acompañadas de un cambio de paradigma en los fines de la educación y de un temprano desarrollo de la inteligencia emocional de nuestros niños y jóvenes, a partir de lo cual aprenderán a desarrollar su autoestima y gestionar sus frustraciones, aprenderán a generar empatía al reconocerse ellos mismos en el otro, aprenderán a que el verdadero éxito solo se consigue a través del trabajo en equipo, que errar no es sinónimo de fracaso y lo más importante, aprenderán a valorarse desde sus singularidades, lo que los llevará a apuntalar sus aptitudes y destrezas para poder luego volcarlas en iniciativas útiles y rentables dentro de la sociedad en la que desarrollaran sus respectivas vidas de relación y trabajo.-

La tarea no es fácil y la responsabilidad de que ello se concrete recae tanto sobre la familia como sobre la escuela, lo que obliga a un replanteo inmediato de la vinculación entre estos en dirección hacia una permanente y fluida interrelación. -

¡Ley provincial de educación financiera, bienvenida seas! .-

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