Las mujeres, las muertes y las mil formas de la política
Verdad y Justicia para nuestros muertos.
En estos días las mujeres han estado en la boca y letras de todos. Una parte por el caso de las mendocinas Marina Menegazzo y María José Coni muertas en Montañitas, Ecuador. Otro poco porque el 8 de marzo es el día Internacional de la Mujer en honor a las obreras textiles muertas calcinadas en Nueva York en 1857 por reivindicar mejores condiciones laborales.
En las sociedades modernas actuales la información viaja por diferentes medios, encontrándose actualmente la mayoría aglutinados en Internet: uno lee, comparte, escribe y hasta sueña a través de los bits transmitidos por el globo. Esto ocasiona que los hechos nos lleguen de manera mediada, siempre desde una visión determinada (lo que en términos académicos Habermas denomino “doble hermeneútica”).
Durante estos días ardieron las redes sociales, parecía que el machismo patriarcalista quemaba varias veces en la hoguera a las nuevas mujeres "brujas" quienes eran las culpables, que provocaron, que sedujeron.
El caso de las argentinas muertas en Montañitas se corrió la versión de que las mujeres fueron víctimas propiciatorias del femicidio. Haciendo propias las palabras de Mariana Carbajal, es una reversión del "algo habrán hecho" de la última dictadura militar en clave machista.
El acto político permite un abanico de posibilidades, desde acciones democráticas pacíficas a muertes violentas de opositores. Porque tiene mil formas la política, millones de maneras de querer transformar el mundo o conservarlo. Uno tiene la posibilidad de salvar, o construir, o controlar o condenar (o todas en simultáneo) según su ideología y forma de ver el mundo.
El asesinato, no es sólo machismo, ni solo es violencia, es también una acción política unilateral, insensible, inhumana, aterradora, en donde la vida del otro se subsume a lo que el asesino quiere, cree, desea y desgarra.
Toda vida es preciada.
Verdad y Justicia para nuestros muertos.
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