Dolor y bronca

Corrupción, desidia y una posible interna: lo que se esconde del submarino ARA San Juan

Recién hoy hubo una comunicación oficial de la Armada. Todavía buscan a la nave.

Mucho dolor y bronca envuelve a los familiares y a un país entero por la desaparición del pasado miércoles del submarino ARA San Juan con 44 tripulantes a bordo. Corrupción, desidia y una interna perversa configuran la desesperante situación de la nave. 



"Hay submarino para treinta años más", decía Cristina Fernández de Kirchner en 2011. Lo cierto es que se trataba de una nave obsoleta, antigua y que nunca recibió adecuados aportes para su mantenimiento. 



Vale recordar antecedentes cercanos de accidentes en vehículos militares cuya responsabilidad fue engendrada por actos de corrupción en el mantenimiento de dichos vehículos. A mediados de los 90 el Ejército tuvo un incidente trágico el llamado avión “Herculito”, una nave Fiat de pequeño porte similar al “Hércules”. Después de haber sido supuestamente reparado a nuevo, el “Herculito” se accidentó en un viaje de rutina al sur y ahí salió a la luz que el entonces General Balza había gastado en la reparación de la nave casi tres veces más de lo que costaba hacerlo en aquel momento. Y para colmo, no había datos fehacientes que indicaran que las piezas repuestas hayan sido originales y no piezas del desguaze de otras máquinas. Lo que no tenía que fallar, falló.



La famosa frase “lo atamos con alambre” había sido realidad y así es como se producen accidentes que no son por factores imprevisibles sino obra de la corrupción.



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