Conflicto

Florianópolis: comerciantes brasileños furiosos con los manteros argentinos

Manteros argentinos se han instalado allí y ofrecen zapatillas, relojes y hasta celulares de alta gama en uno de los lugares más turísticos de Brasil. La queja de los vendedores locales.

Comercio popular. Son miles y miles de argentinos los que eligieron (y volvieron) a vacacionar en Brasil. Es fácil distinguirlos ya que son locales. La mayoría se mueve como si estuviese caminando por la rambla marplatense, junto a su familia, las reposeras y otras tantas cosas que a veces resultan absurdas.



En Florianópolis, Brasil, también los argentinos son protagonistas de una fusión que los une a brasileños, senegaleses y haitianos: dominar el comercio ambulante en Canasvieiras, donde en las noches la avenida Naçoes Unidas, la principal de este balneario del norte de Floripa, es un hormiguero de grupos de amigos, familias y buscadores de oportunidades en una temporada que los operadores turísticos no consideran buena.



"Yo viví un tiempo en Liniers y me muevo vendiendo mercadería por los lugares turísticos de Brasil donde van los argentinos. Después de lo de Once no sé que pasará, pero acá los que más nos compran son los turistas argentinos, que buscan marca y buenos precios", dijo a la agencia Télam "Sheikh", un trabajador senegalés que vende zapatillas réplicas de las primeras marcas.



Claro que este nuevo fenómeno despertó el enojo de los comerciantes brasileños, afectados por la quita de ventas, sumado al poco turismo a comparación de algunos años de oro. La policía está: los obliga a irse y hasta los sacan corriendo. Pero a los cinco minutos vuelven.



"A nosotros nos molesta sí, la presencia de estos vendedores ambulantes. Pagamos alquiler, pagamos impuestos y nuestras veredas se llenan de gente y tapan las vidrieras de los locales", explicó Joao Paulo, un brasileño nacido en Florianópolis que es gerente de una casa de pesca y artículos de playa.



Y agregó: "el problema es que las autoridades municipales saben que estos vendedores ambulantes que se tiran en la vereda tienen clientes, que precisamente son los turistas argentinos que dejan su dinero acá".



Las zapatillas de las mejores marcas (réplicas) pueden conseguir por un precio que varía entre los 80 y 100 reales (400 y 500 pesos argentinos). Y se venden. También relojes. El boom se lo llevan las cajas de sonido de Bluetooth, utilizadas a posteriori en la playa, exhibiendo la música nuestra. La cumbia y el rock que no dejan dormir la siesta.



La diferencia con los senegaleses, por ejemplo, es que la mayoría reside en Brasil. Viajan más de 800 kilómetros con su mercadería para aprovechar las zonas turísticas, ávidos de conseguir dinero fácil y rápido.



También resulta llamativo encontrar un Iphone 6, de Apple, que se vende a USD 500 y los vendedores en las equinas de Naçoes Unidas aseguran que el producto es original "y tiene garantía de seis meses".



No todo es color de rosas. Una familia de Sunchales, Santa Fe, se quejaba de que las noches en Canasvieiras parecen un hormiguero porque las veredas se han hecho más angostas a causa de los vendedores ambulantes de réplicas.



En el medio, los argentinos, mezclados como si la vuelta en la peatonal post cena ocurriese en la costa atlántica. Muchos ofrecen alquileres de departamentos o descuentos para los principales boliches de la ciudad, entendiendo que es un sitio al que acuden muchos jóvenes.



El comercio popular de baratijas se instaló y es una marca registrada en Canasvieiras, en donde la invasión argentina culminará recién a fines de marzo.

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