Luciano Castro: "No me siento acosado, pero si yo hiciera lo que me hacen a mí, me..."

Maduro y aplomado, Luciano Castro transita un momento de su vida donde la prioridad son sus hijos.

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Luciano Castro en una charla con La Nación reflexionó sobre su personaje y analizar el éxito de El divorcio, la obra de Nelson Valente, que protagoniza en el Teatro Mar del Plata y que lidera en recaudaciones durante la primera semana de enero, según AADET, la asociación que aglutina a los empresarios teatrales.

Castro lleva una nutrida trayectoria en televisión en exitosas tiras como Valientes, Sos mi hombre, Cien días para enamorarse, Pequeña Victoria o El primero de nosotros; en teatro, hizo Camino negro y Juegos de amor y de guerra, y el éxito de Desnudos, su obra anterior, entre muchos otros trabajos. No paró nunca de trabajar y la popularidad es un denominador común de su carrera: "Se cataloga mucho a los actores, están los cool, los populares, los prestigiosos, pero, en definitiva, todos somos actores".

-¿Podés concientizar el vínculo que el público establece con vos?

-Recién ahora me doy cuenta, me pasa que chicos adolescentes me dicen que ven Sos mi hombre por YouTube, es una generación que no existía en mis primeros trabajos.

-Tiene que ver con la trascendencia que tiene la obra artística, que no sucede con todos los oficios.

-Cuando estudiaba con Raúl Serrano me tocó hacer El acompañamiento y el maestro nos decía "esta obra la hicieron Carlos Carella y Ulises Dumont" y eso me generaba mucha emoción y compromiso. Ahora pienso que, dentro de cuarenta años, alguien le dirá a un actor joven que busque hacer El divorcio, que es una obra que estrenaron Pablo Rago, Natalie Pérez, Carla Conte y Luciano Castro, me parece atractivo fantasear con eso, es como que uno hace algo para que después lo haga otro.

Límites

-El que espere en El divorcio la escena donde Luciano Castro se saca la remera, se quedará con las ganas... ¿Tiene que ver con la madurez como actor y alejarte de determinados resortes más previsibles?

-El director no quiso saber nada con todo eso, cree en mí como actor, así que fue un desafío, me obligó a dejar de lado el envase y pensar más en el contenido.

-Sobre algunas mujeres del medio artístico pesa un prejuicio en torno a la belleza y a una disociación de esa característica con el talento, aunque esto no sea así, ¿sucede también con el hombre?

-No tengo ningún tabú, hice, hago y haré lo quiera hasta que me muera, pero, muchas veces, me sucede, sobre todo aquí en la playa, que me hacen y me dicen cosas que me sorprenden. No me siento acosado, pero si yo hiciera lo que me hacen a mí, me denunciarían. Aunque siempre es con cariño, no podría decir ni la mitad de las cosas que a mí me dicen.

-¿Qué te hacen?

-Me tocan los abdominales, las tetas... A mí me causa bastante gracia, pero también me da pena. ¿Qué pasaría si yo le tocara la panza a una chica? Me comería una denuncia de cabeza. Por supuesto, estoy a favor del cambio sociocultural que vivimos y de los derechos ganados de la mujer, pero, a mí me hacen cosas que a la inversa no se pueden hacer. Soy muy comprensivo, entiendo que, para mucha gente, soy como parte de la familia, así que no me molesta nada.

El "gordo" es un apodo con el que lo bautizaron sus compañeros. Hoy, lejos está de tener un gramo de más, en parte gracias a una rutina rigurosa. Amanece antes de las seis y su dieta es estricta.

-¿Te hablaron del movimiento El club de las cinco y media?

-Sí, lo conozco, de hecho, me levanto a esa hora porque tardo media hora en desayunar, a las seis arranco.

-¿Qué te proporciona comenzar el día a esa hora?

-Tiene mucho que ver con mi pasado y con mi presente.

-¿Por qué?

-De joven tuve una vida muy al palo y, ya hace veinte años, decidí cambiar mis hábitos, entré en una rutina o doctrina, que a mí me hace muy bien. Comencé a averiguar con nutricionistas para mejorar mi calidad de vida y lo que descubrí es que, a esa hora, se generan muchas más endorfinas y, por supuesto, me rinde mucho más el día.

-A pesar de hacer teatro por las noches, ¿amanecés a esa hora?

-Sí, me hace muy bien. Si son las diez u once de la mañana y no me alimenté en base a mi dieta y no entrené, me siento fastidioso, siento que me falta hacer algo, es muy terapéutico.

Luciano Castro viene de familia de boxeadores y guardavidas, el deporte es un común denominador entre los suyos. "Siempre supe que el deporte era una manera de avanzar y evolucionar". Hace natación y ya no boxea por una lesión, pero canaliza ese deporte a través del trabajo de bolsas. "Hago mucho foco en comer bien, para no tener la panza pesada, no sentirme mal, cosas de viejos". Se ríe y reconoce que también esa rutina le permite llevar adelante las dos funciones de teatro con naturalidad. "En otras obras, me comía un pollo al horno entre las dos funciones y después no podía ni hablar, pero tenía muchos años menos".

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