No se lo comprés a tus hijos: el siniestro significado de las muñecas Labubu
Las muñecas de origen chino, se convirtieron en un boom mundial, conquistando desde celebridades hasta niñas y coleccionistas.
Las muñecas Labubu, de origen chino, se convirtieron en un boom mundial, conquistando desde celebridades hasta niñas y coleccionistas. Rihanna, Kim Kardashian, Rodrigo de Paul y hasta Julieta, de 9 años, son algunos de sus fanáticos, según TN.
Las muñecas Labubu son un boom mundial.
Lo que comenzó como una simple serie de muñecos de 20 centímetros con cuerpo de peluche y cabeza de vinilo, con ojos grandes, orejas puntiagudas y una enigmática sonrisa de nueve dientes, se transformó en un imperio económico. Las Labubus se venden entre 18 y 50 dólares, pero en el mercado de reventa algunas llegaron a costar hasta 170.000 dólares.
La fiebre por estas muñecas comenzó a tomar fuerza en 2024, primero en China y luego en el resto del mundo, impulsada por la cantante de K-pop Lisa, quien mostró varias Labubus en sus redes. Desde entonces, las filas en los comercios y los disturbios por conseguirlas obligaron a Pop Mart, la empresa fabricante, a limitar las ventas a internet.
Cada Labubu viene en una caja cerrada, y el comprador desconoce cuál le tocará. Esta estrategia de "blind box" genera coleccionismo, intriga y especulación, multiplicando la demanda y los precios. También surgieron variantes de la muñeca como Zimomo, Mokoko y Tycoco, y ediciones especiales asociadas a marcas y museos, como Coca Cola o el Louvre.
Wanda Nara le puso un Labubu a su cartera Chanel rosa.
El fundador de Pop Mart, Wan Ning, se convirtió en multimillonario gracias al fenómeno Labubu. Forbes calcula su fortuna en 27.500 millones de dólares, superando a Jack Ma, fundador de Alibaba. La empresa ahora vale tres veces más que Mattel y Hasbro, con un crecimiento del 500% en la cotización de sus acciones desde la explosión de la muñeca.
En Argentina, las Labubus también captaron la atención de figuras deportivas. Rodrigo de Paul fue visto con una Labubu colgando de su bolso en la última convocatoria de la Selección, y la muñeca lucía su camiseta y número. Rihanna y Cher también fueron fotografiadas con versiones personalizadas de las muñecas.
Lo que parecía un producto más para el público infantojuvenil se transformó en un fenómeno global en pocos meses, combinando coleccionismo, efecto Kawaii, marketing aspiracional y la propagación viral en redes sociales. El futuro del imperio Labubu aún está por verse, pero su impacto en la cultura pop y la economía del juguete es innegable.


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