Poner un freno al desparpajo de los intendentes

Si hay algo positivo que dejará para los próximos años la reforma de la Constitución que se aprobó en la semana es que los intendentes ya no podrán perpetuarse en el poder y esto es un verdadero alivio para pueblos que se acostumbraron a ser pobres y volver ricos a sus intendentes.

Dos, tres hasta seis mandatos al frente de sus comunas los convierten en verdaderos patrones de estancia que manejan a su medida, la Justicia, la Policía, las finanzas, aprietes a medios y periodistas. No se ponen ni colorados ya. Nada los detiene. Ni siquiera en el plano de la vida privada llegando algunos a protagonizar escándalos dignos de una novela.

Denuncias de corrupción, malversación de fondos, falta de presentación de informes, ausencia total de control, gastos discrecionales, y muchos elementos más forman parte de la cotidianeidad de la política doméstica más aún en el interior de la provincia.

Esta semana, el múltiple veces denunciado Rubén Méndez fue otra vez imputado por malversación de fondos. En Salvador Mazza, en 2019 fue destituido por el Concejo Deliberante pero la Justicia cajoneó las denuncias y lo sostuvo en su cargo. Ya va por su tercer mandato.

Jorge Guerra, el médico del pueblo de Colonia Santa Rosa fue denunciado por su ex pareja quién acusó al intendente de amenazarla con un arma de fuego. Por supuesto, tal como se esperaba nada pasó con la denuncia.

Lamentablemente no son hechos aislados.

Esto genera la necesidad de poner un freno a tal desparpajo de los jefes comunales salteños. En un sistema política hecho a medida para que sean reelectos hasta que algún día quieran volverse a sus casas, al menos genera expectativa que solo podrán estar dos mandatos al frente de un municipio.

Nadie debe ser eterno. Menos estos intendentes.