Eternos sindicalistas salteños: el negocio de aferrarse al gremio
En Salta, los gremios parecen más feudos personales que espacios de defensa de los trabajadores.
La salida forzada de Pedro Serrudo de la UTM volvió a desnudar un modelo sindical agotado en Salta. Pero Serrudo, Ramos y Rodas no son casos aislados: hay toda una camada de dirigentes que hace años se aferran a sus cargos gremiales, convirtiendo a los sindicatos en verdaderos feudos personales.
El apellido Guaymás, por ejemplo, es sinónimo de Camioneros en Salta. Jorge Guaymás construyó un poder que excede largamente al sindicato: durante décadas mezcló su rol de dirigente gremial con su trayectoria política, llegando incluso a ocupar bancas legislativas bajo el paraguas del PJ. El sindicalismo camionero en Salta fue, más que un espacio de defensa de choferes, una estructura de presión y negociación política al servicio de su propio liderazgo.
Hoy, su hijo Martín Guaymás sigue esa misma línea, mostrando cómo los gremios se transformaron en negocios familiares donde la representación de los trabajadores es casi secundaria frente a la necesidad de perpetuarse en el poder.
Lo mismo ocurre con César Guerrero, del Sindicato de Empleados de Comercio, que logró mantenerse en el esquema sindical con un perfil más bajo pero no menos cuestionado. En su caso, las críticas apuntan a la falta de transparencia y al uso de la estructura gremial para consolidar privilegios.
Otro nombre fuerte es el de Mabel Álvarez, secretaria general de la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE). Su gestión está marcada por los cuestionamientos internos: denuncias por falta de asambleas, arreglos poco claros con las patronales y una conducción que nunca terminó de renovarse. ATE, en teoría el gremio que debería estar a la vanguardia de la defensa de los estatales, terminó siendo un sello dominado por una conducción más preocupada por cuidar espacios que por enfrentar los problemas de los empleados públicos.
En el caso de Matías Aramayo, de la Agremiación Judicial de Salta, los reproches apuntan al "silencio cómplice" frente a los problemas que atraviesan los trabajadores judiciales: sobrecarga laboral, salarios congelados y precarización. Pese a eso, Aramayo lleva años en la conducción y nada indica que tenga intención de dar un paso al costado para permitir la renovación.
El denominador común es claro: sindicatos convertidos en feudos personales, dirigentes que utilizan los fueros y el peso de sus sellos como escudos para perpetuarse y una base de afiliados que siente que las estructuras gremiales ya no los representan.
La jubilación de Serrudo marcó un precedente político importante, pero el desafío real está en avanzar contra todos los eternos del sindicalismo salteño: Guaymás, Guerrero, Álvarez, Aramayo, Ramos y Rodas. Solo así se podrá empezar a reconstruir un sindicalismo que vuelva a estar al servicio de los trabajadores y no de las carreras personales de sus dirigentes.


Que el autor, en el próximo, escriba sobre la perpetuidad de los políticos.
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Reformar la ley, dos períodos y nunca más. Que esperan legisladores para tratar la ley?
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Reculan para hablar de como se quiere perpetuar Ruperto con otra reforma Constitucional
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Que le demos un escarmiento
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Sin gremios ni gremialistas, los empleados serían tratados como esclavos por la patronal.
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y quienes son los del gobierno nacional o provincial, que les pongan el cascabel al gato, para sacarlos cagando a todos los gremialista del pais son unas peste.
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Es lamentable. La pura verdad.
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EL PEDERASTA DE VICTOR SANCHES DE LA MUNI QUE...NADIE DICE NADA
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estas ratas sindicales se creen los dueños de los sindicatos no quieren largar el choreo sindical saben ue viven como reyes siendo unas ratas kineristas
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Sr. Duran siguen los Dinosaurios en la Muni, Diaz, Armengot, Sanchez, Molina etc. Fuera....
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Eso pasa gracias a que la gente es estúpida
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Toda la razón. No tiene la culpa el chancho.
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