Autocritica, consenso y democracia: la juventud que necesitamos para una Argentina mejor
La Cámpora y los libertarios son lo mismo. Lo único que los separa son sus ideas.
La llegada de un gobierno liberal a la Argentina, como el de Javier Milei, además de haber roto los esquemas tradicionales de la política, logró algo aún más significativo: destronar la hegemonía kirchnerista en el país, la cual había primado durante 12 años de forma ininterrumpida. Si bien este proceso comenzó con Mauricio Macri en 2015, estableciendo una visión meramente contrahegemónica y antikirchnerista, el verdadero responsable de encauzar estos votos de manera adecuada y de darle mayor peso a esta lucha cultural es el actual presidente. A través de una juventud que veía en Milei un referente, se pudo establecer una nueva hegemonía, aunque ya comienzan a aparecerle grietas.
Ahora bien, ¿les suena la juventud influyendo en la política? A mí sí. Aquella agrupación llamada La Cámpora, conformada por jóvenes nacidos en la década de los 90 y que acompañó a Cristina y Néstor Kirchner en sus años de gloria, es la que ahora se enfrenta a una juventud liberal cuyo rango etario ronda los años 2000. Una juventud ultraconservadora y anti-K que replica los modelos y las formas violentas y agresivas de su líder, Javier Milei, y que utiliza la palabra "kuka" como seudónimo para todos aquellos opositores al gobierno. "Sos un kuka" es una frase que se escucha constantemente entre los jóvenes liberales cuando se enfrentan a alguien con ideas diferentes, recordándonos al "sos un facho" o "sos un gorila" que usaba la misma Cámpora.
El objetivo de esta nota es demostrar que los extremos se unen y que, en términos de formas, La Cámpora y los libertarios son lo mismo. Lo único que los separa son sus ideas. Me llama mucho la atención que estas juventudes parecen tener anteojeras: la autocrítica o el repensar algunas posturas les parece algo malo, incluso desleal. Sin embargo, no debemos descartar que en algún momento algunos se animen a expresarles a sus referentes que hay cosas que podrían hacerse de una manera distinta, e incluso a apoyar alguna idea de la oposición.
Desde una mirada personal, soy de aquellos jóvenes que consideran que las políticas públicas y una gestión bien hecha deben llegar sí o sí al pueblo y a la sociedad en su conjunto, independientemente del partido político que las promueva. Debemos recordar que en Argentina vivimos en una democracia: no todo es blanco y negro, hay una amalgama de colores y de ideas políticas que tienen validez, se deben respetar y no deben encasillarse ni encauzarse de forma directa.
Finalmente, me gustaría hablar de la preocupación que me genera el hecho de que en el discurso de estas juventudes no se incluya la palabra "gestión". Los ciudadanos necesitamos gestión, necesitamos consensos, y los jóvenes debemos ser protagonistas en áreas específicas donde nuestros conocimientos y experiencias pueden ser valiosos. Como una nueva generación, nuestro punto de vista puede ser totalmente distinto al del statu quo predeterminado, y ¿quién dice que no puede llegar a ser certero? Con esto, tampoco quiero decir que la juventud esté exenta de cometer errores. Los vamos a cometer, eso es más que obvio. Pero los políticos deben dejar de lado el discurso de que "la juventud es el futuro" y entender que la juventud es el presente, y que necesita el protagonismo ahora mismo para sacar adelante al país.
Esta crítica hacia las juventudes de los espacios más extremistas de la Argentina es constructiva. Es necesario que podamos sentarnos a reflexionar sobre los puntos en común que tenemos para construir una sociedad mejor y evitar los errores del pasado. No solo debemos aprender de ellos, sino también no repetirlos y dejar de lado una cultura de odio, desprecio y estigmatización que, como sociedad, no aporta absolutamente nada.
Podemos entender las diversas posiciones ideológicas que existen en todo el territorio argentino, pero debemos recordar que nuestra sociedad está conformada por todos: de izquierda, de derecha, de centro, peronistas, no peronistas, kirchneristas, anti-kirchneristas, radicales y anti-radicales. Y, como dice el Preámbulo de la Constitución Nacional, debemos "constituir la unión nacional, afianzar la justicia, consolidar la paz interior, proveer a la defensa común, promover el bienestar general y asegurar los beneficios de la libertad para nosotros y para nuestra posteridad".
A la Argentina la conformamos todos. Y a la Argentina la sacamos adelante todos o nos hundimos todos. Porque, al final del día, los que se salvan siempre son, como les encanta decir a los periodistas, "los mismos de siempre".
En conclusión, el presente y el futuro de la Argentina están en manos de los jóvenes, quienes debemos repensar nuestra forma de hacer las cosas, a quiénes seguimos y fomentar no solo una visión crítica, sino también valores fundamentales como la educación, la salud, la libertad y el bienestar general de todo el pueblo argentino.