La Vanguardia

Editorial
Duele mucho

Argentina no levanta cabeza

La mirada del exterior para con nuestro país.

Argentina no levanta cabeza. Nuevamente se hunde en el abismo de la crisis financiera mientras se agrava la crisis social que sufre, con una inflación superior al 60% -en tasa anual- que empobrece progresivamente al país. Más del 40% de su población se halla bajo el umbral de la pobreza en uno de los grandes países con más recursos naturales de Latinoamérica. Es la gran paradoja argentina que solo se explica por la inoperancia y la corrupción de sus clases dirigentes en el marco de una estructura social con grandes desigualdades.

Ni el conservador Mauricio Macri, que dejó el país en la ruina, ni el peronista Alberto Fernández han sabido -o podido- enderezar la situación. La pandemia castigó duramente al país tanto sanitaria como económicamente, con un retroceso de más del 20% en su producto interior bruto. La gran demanda mundial de alimentos que se produjo a raíz de la guerra en Ucrania parecía ser la tabla de salvación para incrementar las exportaciones agrícolas y recuperar divisas. Pero estas se van para pagar las importaciones de los combustibles y fertilizantes, cuyo precio también se ha disparado.

El país vive una nueva crisis cambiaria. En dos semanas el peso se ha depreciado casi un 30% frente al dólar en el mercado paralelo; las reservas del Banco Central de Argentina están bajo mínimos y la economía se ha quedado sin capacidad de financiarse en el exterior. No entran divisas.

El déficit público de Argentina, que ya era muy elevado, se disparó con la pandemia a causa del aumento de los subsidios y ayudas públicas, así como por las pérdidas de las empresas públicas. Este déficit, ante la imposibilidad de acceder a nuevos préstamos internacionales, se financia con emisión de moneda y con ello se multiplica la inflación. Pero esta es una dinámica insostenible.

La salvación, nuevamente, está en manos del Fondo Monetario Internacional (FMI). La nueva ministra de Economía, Silvina Batakis, lo primero que ha hecho es acudir a este organismo para pedir nuevos préstamos que sumarían a los más de 44.000 millones de dólares de deudas acumuladas que ya le debe Argentina. El problema es que el FMI no se fía del país, de sus gobernantes ni de sus élites por el mal uso que han hecho de los créditos concedidos con anterioridad.

Argentina, como hemos dicho en otras ocasiones, necesita un plan económico de futuro que incluya reformas estructurales en profundidad, la modernización de su tejido productivo e infundir confianza en los mercados financieros internacionales. El problema es la falta de calidad institucional y de liderazgo político, económico y social para hacerlo posible.

Editorial de Diario La Vanguardia.

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