Facundo Rodríguez

Que Pasa Salta
La última jugada

De los roces políticos, a la grieta en la Iglesia: el Milagro que se llevó Macri

El camino de los perdedores no solo conduce a la derrota, sino que también puede guiar a los más ateos al hallazgo del milagro.

En política los límites se acabaron hace un montón. Las históricas doctrinas partidarias fueron sustituidas por planes estratégicos de marketing, que lejos de centrarse en atender una causa social únicamente buscan asegurarle al político el triunfo en las urnas.

Pero un detalle que no es para nada menor, es que en Política no se puede hacer magia. Los resultados hablan por sí solos. La aguda crisis económica que atraviesa el país provocó que la imagen de Mauricio Macri se vaya desgastando con el paso de los meses, hasta llegar al punto de que el triunfador de las PASO, Alberto Fernández, lo chicanee ante la prensa diciendo: "El presidente debe decidir si gobierna o se dedica a hacer campaña. Ya demostró que ambas cosas no puede hacer".

El oficialismo camina al borde del abismo y es consciente de esto. Mientras algunos funcionarios nacionales empezaron a hacer las valijas y otros ven con buenos ojos al Frente de Todos, los líderes buscan con desesperación "El Milagro" de retener el poder. No importa los métodos, ni los contextos, todos piden a gritos una ayuda divina.

En estas últimas dos semanas, Salta fue la city tours elegida por Juntos por el Cambio. Primero llegó Juliana Awada (esposa del presidente) junto a su mejor amiga, Carolina Stanley (ministra de Desarrollo Social) para "rezarle" a la Virgen del Cerro. Según lo expresado por los testigos que estuvieron presentes ese sábado, la primera dama pidió abiertamente a todas las personas que la rodeaban, "recen por mi esposo y por la Patria para que pueda salir de la crisis". Como si fuera una orden, algunos acataron, mientras que otros miraron de reojo.

Dos semanas iban a pasar para que el propio Mauricio Macri decidiera venir a nuestra ciudad. Casi en silencio y con una convocatoria de boca a boca (si es que no fue por WhatsApp) se supo que el mandatario quería rezarle a las imágenes del Señor y la Virgen del Milagro. Y así fue, sin agenda política armada, ni confirmación oficial, el candidato a presidente llegó a Salta de manera exclusiva para asistir a la tercera misa del Triduo del Milagro.

Su presencia desató una grieta insólita en la Iglesia, de la cual no sabemos si se formó ahora o quizás ya estaba instalada hace un tiempo y ningún salteño se daba cuenta. De un lado estuvo la postura del Arzobispo, Mario Antonio Cargnello, de invitar al presidente; y del otro estaban los sacerdotes que no querían saber nada con él.

"Es oficial el anuncio de que Macri pretende venir para la Misa del día 15 de septiembre. Junto con otros miembros del clero manifiesto mi oposición a tan inoportuna visita. En estas circunstancias su presencia será una provocación, que provocará la lógica reacción", expresó el presbítero Raúl Méndez. Y después agregó "no tiene sentido venir a empañar la fiesta de los salteños. Lo más razonable es que suspenda semejante previsión y nos deje tranquilos. Más bien que se ocupe de resolver los graves problemas en que embarcó al país".

El mensaje fue tan claro que repercutió en diversos medios a nivel nacional. La Iglesia salteña estaba divida y todo lo estaba provocando la presencia del presidente.

Finalmente el día llegó y Macri arribó a nuestra ciudad en un vuelo fugaz. Fue recibido por algunos dirigentes del PRO y se dirigió rápidamente a la Plaza 9 de julio para estar en primera fila frente a la Catedral. Después de una larga homilía en dónde se habló de "combatir a la corrupción", Cargnello pidió la palabra para dirigirle unas fuertes palabras a su invitado de lujo.

"Cuando usted empezó (su Gobierno) dijo que iba a luchar por la pobreza cero. ¿Qué le puede decir a Salta ahora? Por eso Mauricio, has hablado de la pobreza, llévate el rostro de la pobres. Son dignos, son argentinos, son respetuosos y merecen que nos pongamos de rodillas ante ellos" lanzó el líder de la Iglesia salteña, mientras los aplausos de una plaza colmada congelaban a un presidente que jamás en su vida espero escuchar tal discurso.

Mientras las palabras del religioso sorprendían a los cientos de cristianos que se acercaron a rezar, los medios empezaron a replicar con videos el momento incomodo que atravesó Macri. Las críticas no tardaron en llegar. Faltaban algunas horas para la histórica procesión y todos empezaron a debatir si estaba bien, o mal, lo que había dicho el Arzobispo. El malestar fue evidente.

Con opiniones entrecruzadas se realizó la histórica procesión. Mientras algunos explican que no se debe mezclar el agua con el aceite, la carga política que tuvo el 15 fue inevitable y más de uno se sintió incómodo.

De esta manera los salteños renovaron su Pacto de Fidelidad, entre el amor y el odio, entre la política y lo religioso, entre la esperanza y la desilusión, pero lo más gracioso de todo este embrollo es que los sentimientos entrecruzados tienen nombre y apellido: Mauricio Macri.

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