51 de 60 intendentes salteños van por la reelección: intendentes ricos, pueblos pobres

"Quisiera que esto dure para siempre, casi tanto como una eternidad", cantan eufóricos los intendentes salteños la canción de Los Ratones Paranoicos tras un nuevo cierre de listas para renovar autoridades en la Provincia. La cifra esta vez es alarmante. El 85% de los intendentes en ejercicio buscarán ser releectos. La mayoría por más de una vez. 

Intendentes ricos y pueblos pobres. A los hechos nos remitimos. De las cien localidades más pobres de la Argentina, trece están en Salta. En Embarcación de Llaya hay cuatro localidades marcadas. Hickman, Carboncito, Misión Chaqueña y Dragones. 9 de cada diez hogares no tienen cloaca. Al parecer 20 años no bastaron para que Fredy Llaya resuelva problemas básicos de su comunidad. Ahora va por el quinto mandato. 

El múltiples veces denunciado Rubén Méndez va por su tercer mandato al frente de Salvador Mazza. Fue destituido por el Concejo Deliberante por malversación de fondos e irregularidades. Tiene tres denuncias por violencia de género y muchos otros señalamientos más. Va por uno más. 

Siguiendo la saga de los patrones del Norte, Julio Jalit va por su cuarto mandato. El intendente salteño que se hizo famoso a nivel nacional por ufanarse de "ser inteligente para robar" quiere llegar a los 20 años frente a Pichanal. Antes de ser jefe comunal, Jalit cargaba nafta en una estación de servicios. Vivía en una casilla de madera  y tenía un Fiat 128. Hoy tiene un patrimonio de más de 500 millones de pesos. Al menos esto registró. Nadie sabe explicar como amasó esa fortuna.

En General Ballivian gobierna la dinastía Córdoba. Hace casi 28 años Samuel Gerardo Córdoba es el intendente. Va por cuatro años más y quiere superar a su padre Samuel Córdoba que le entregó el poder después de haber sido intendente 30 años de ese mismo pueblo. La hija del intendente, Ana Laura es la presidenta del Concejo Deliberante. ¿Cuánto cambió General Ballivian?

Seguimos por el Norte y hay una excepción pero con una particularidad. Néstor Pila Pedroza no se presentará a una reelección más. Uno de los hombres más importante del peronismo allá por el norte es intendente de ese pueblo desde 1991. La particularidad: antes de Pila, el intendente era Froilán Pedroza su hermano que ahora buscará sucederlo. Solo un dato que muestra la desidia del clan Pedroza. Ni una sola familia en Urundel cuenta con instalación de gas. Todos usan garrafa. 28 años parecen no haber sido suficientes.

Cerrando la zona más pobre de Salta y del país son tres los intendentes que no irán a la reelección pero irán por otros cargos. Marcelo Lara Gros de Orán quiere ser senador nacional. Alfredo Darouiche que quiere ser senador provincial por San Martín. Y Sergio Leavy de Tartagal donde quedó como intendente interino su hermano Eduardo Leavy que buscará ser electo por el pueblo.

Ya por el Sur, en El Potrero, Carlos Mur Reinaga va por su séptimo mandato. El gran problema de esa población es el agua y bien lo sabe su intendente que es médico de profesión. El agua que toman en ese pueblo tiene un alto nivel de arsénico. Un tema no resuelto.

Salvo Fernando Romeri de Metán, todos irán por la reelección en el Sur. Omar López de El Jardín. Julio Romano de La Candelaria. Carlos Mur Reynaga de El potrero. Federico Sacca de El Galpón. Gustavo Solís de Rosario de la Frontera.

En el departamento de Güemes dos de los tres intendentes irá por la reelección. En Campo Santo, Mario Cuenca no seguirá frente a ese municipio aunque competirá en la misma categoría pero en el vecino Güemes, tierra de la cuestionada Alejandra Fernández.

De los siete intendentes en el Valle de Lerma solo uno no irá por la reelección. De Rosario de Lerma Nacho Jarsún no buscará seguir en la intendencia. Peleará por una banca en la Legislatura y adelantó que presentará un proyecto para terminar con las reelecciones en la provincia.

Un informe del Cippec (Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento) de hace unos años advierte la "ventaja del oficialismo" y la perdida de competitividad electoral que cada vez es más evidente desde 1983. Factores como el clientelismo, el handicap del oficialismo con candidato ya instalado, la cantidad de empleados municipales y familias temerosas de perder su trabajo si no gana su intendente y otros más, configuran casi una misión imposible a un eventual candidato opositor ganar una elección.

Denunciados, investigados y destuidos algunos de los jefes comunales más que un currículum tiene un prontuario. Sin embargo, siguen. A la vista queda que para los pueblos no hubo mayores ganancias, mucho menos con los intendentes vitalicios. Será hora de ponerle fin a un sistema perverso que hace de la política una pyme familiar, una especie de reinado o dinastía y termina empobreciendo a miles y miles de salteños que cada vez viven en peores condiciones.