Lo Importante, no se lee ?

E n un mundo donde los índices de pobreza, hambre y desnutrición se incrementan día a día, agravados por la falta de generación de puestos de trabajo por pandemia COVID-19 y los índices de precios al consumidor en aumento; el desperdicio de alimentos se convierte en un problema de vital trascendencia en la agenda internacional por sus múltiples impactos económico, social y ambiental.

Un reciente informe de la FAO nos indica que un tercio de los alimentos producidos en el mundo nunca se consumen, lo que equivale a aproximadamente 1.300 millones de toneladas desperdiciadas cada año, una de cada nueve personas pasa hambre todos los días. Esto representa no solo un costo importante para la economía mundial de 940 mil millones de dólares, sino que también es responsable de sumar anualmente 3.300 millones de toneladas de gases de efecto invernadero a la atmósfera del planeta.

La meta 12.3 de La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible propone "reducir a la mitad el desperdicio de alimentos per cápita mundial en la venta al por menor y a nivel de los consumidores y reducir las pérdidas de alimentos en las cadenas de producción y suministro, incluidas las pérdidas posteriores a la cosecha".

En Argentina, el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación en su informe "Primer ejercicio de estimación de pérdidas y desperdicio de alimentos", revela que, como una aproximación para dimensionar la problemática en el país, cada año 16 millones de toneladas de alimentos no llegan a ser consumidos por las personas y se descartan.

El desperdicio alimentario se produce en distintos lugares y por distintos motivos. En términos generales, los países industrializados pierden más comida en las fases de comercialización y consumo, mientras que en las naciones en vías de desarrollo, que con frecuencia carecen de las infraestructuras necesarias para hacer llegar todo el alimento en buen estado a los consumidores, la mayor parte de las pérdidas tiene lugar en las fases de producción, postcosecha y procesado.

Las tecnologías de la información y la comunicación son nuestras grandes aliadas, la pandemia ha venido a remodelar la manera en la que trabajamos, estamos en contacto, vamos a la escuela y compramos bienes esenciales; ha acelerado la digitalización de muchos negocios y servicios. Nunca antes reducir la brecha digital había sido tan importante.

Una interesante propuesta se asoma en este contexto, de la mano de jóvenes salteños. E-LEVENC brinda un espacio para que productores, emprendedores, empresarios vinculados al alimento y Fundación, Comedores y Merenderos, no se queden afuera de la era de la virtualización. Ya no importa donde estén, solo basta con tener un celular para crear una cuenta y empezar.

Una herramienta para mostrar y promover el abastecimiento de alimentos por cercanía, era necesaria. La proximidad y periodicidad del vínculo entre productores locales y consumidores (entre ellos las Organizaciones Sociales), permite resolver muchas de las fallas del sistema de abastecimiento centralizado, más aún ante situaciones extraordinarias de restricción, como una pandemia. También reduce el impacto ambiental de la comercialización al minimizar los requerimientos de transporte, refrigeración, acondicionamiento comercial y packaging. Ello contribuye a minimizar las pérdidas y el desperdicio de alimentos.

El objetivo fue desarrollar un espacio para promover todo tipo de oportunidad en beneficio de las partes que se contactan; conectar de una forma abierta y directa a el que quiere vender con el que quiera comprar, el que desee donar con el que necesita una donación. Una cadena de buenas acciones.


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