El verdadero quien pudiera

Se peleó con sus padres, cavó un pozo y se fue a vivir ahí solo: tiene wi-fi, luz y calefacción

En 2015, Andrés comenzó a cavar un pozo como terapia. Hoy, cuenta con todas las comodidades y su historia da la vuelta al mundo.

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Es una de esas historias que no tienen desperdicio. Sobre aquellas cosas que de chicos, seguramente, imaginamos hacer pero nunca tuvimos oportunidad. Bueno, Andrés Cantó un joven de 20 años de Alicante, España, vio su oportunidad tras una pelea con sus padres en el 2015.

Después de esa discusión, Andrés comenzó a cavar un pozo con un pico en el patio de su casa, lugar donde la familia tenía planificada la instalación de una pileta. Hoy, casi siete años más tarde, el propio joven presumió en Twitter esa anécdota como: "La historia de cómo un chaval de 14 años empezó una cueva".

En dialogo con la cadena española COPE, el adolescente contó como fueron los comienzos de su "pozo" y como poco a poco la fue perfeccionando. "Yo siempre estaba descuidado y cuando iba al pueblo me decían que me cambiara, pero yo no quería cambiarme, me enfadé y me puse a dar paladas", detalló.

Lo cierto es que al principio la etapa de construcción tuvo momentos complejos pero todo cambió cuando Andrés conoció a Andreu. Su amigo lo ayudó a cavar con un martillo automático, lo que agilizó el trabajo. Asimismo, ambos armaron una estructura para trabajar más seguros e inventaron un sistema de polea casero que requirió de un skate para tirar sin cansarse y subir la tierra sobrante. "Es un trabajo duro, cavas un poco en la pared y te salen tres cubos de tierra. No necesitamos gimnasio, el cambio físico es brutal. Además, es una sauna porque no corre el aire y hace mucho calor", comenta en su relato.

Durante los primeros años, "El agujero de Andrés" como lo llaman sus amigos y familiares no tenía demasiada forma. Solo se podía bajar unos diez escalones y recorrer pocos pasos, pero ya en el 2019 había construido una habitación y la casa subterránea comenzó a tomar color.

Actualmente, el pozo está muy equipado. Cuenta con una primera sala que tiene tres metros de profundidad de tres metros. También una segunda sala de aproximadamente 3,30 metros y se tiene 1,20 arriba, y su habitación, que alcanza los 3,60 metros y el 1,7 de tierra. De esta manera, lo que comenzó como una terapia de discusión, terminó transformándose en un proyecto que tomó reconocimiento mundial.

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