Maternidad en Argentina: Menos hijos y a mayores edades
Según las estadísticas que se conocieron, la maternidad en el país se consigue a mayor edad y en menor cantidad.
La búsqueda de desarrollo profesional, la autonomía financiera, el acceso a métodos anticonceptivos, el aumento de hogares monoparentales y la diversidad de modelos familiares son algunos de los factores que han influido en el cambio demográfico en Argentina y en otros países de medianos y altos ingresos. Este cambio se refleja en las tasas de natalidad y fecundidad a nivel global.
En las últimas décadas, se observó un aumento sostenido en la edad promedio a la que las mujeres deciden tener hijos, acompañado de una disminución en la cantidad de hijos por mujer. Este fenómeno, replicado a nivel global, responde a una compleja interacción de factores sociales, económicos y culturales.
Según datos del Banco Mundial, la tasa de fecundidad global experimentó un descenso constante. En 1990, la tasa promedio de fecundidad global era de 3,3 hijos por mujer, mientras que en 2022 se ubicó en 2,3 hijos por mujer. Entre 2010 y 2022, la tasa de fecundidad total pasó de 2,35 a 1,88 hijos por mujer, mientras que la edad promedio de embarazo aumentó de manera sostenida.
A nivel nacional, el Informe de Natalidad y Fecundidad en Argentina entre 1980 y 2019, publicado en 2021 por la Dirección Nacional de Población, muestra que en los años 1980, 1991 y 2001, los niveles más altos de fecundidad se concentraban en el grupo de 25-29 años. En 2019, estas cifras se extendieron a la población entre 30-34 años.
Romina Pesce, médico especializada en ginecología y obstetricia, señala que diversos factores han llevado a este cambio en las decisiones reproductivas. El acceso a la educación y la inserción de las mujeres en el mercado laboral son cruciales, ya que muchas mujeres prefieren establecerse profesionalmente antes de formar una familia. Además, el acceso a métodos anticonceptivos, el aumento de hogares monoparentales de mujeres que deciden encarar solas la maternidad, y la diversidad de modelos familiares modificaron la percepción social sobre la maternidad y permitido a las mujeres decidir con mayor libertad el momento adecuado para tener hijos.
Este cambio en la dinámica maternal tiene tanto consecuencias positivas como negativas. Por un lado, se destaca la mayor autonomía y libertad de las mujeres para tomar decisiones sobre su vida reproductiva. Sin embargo, también existen desafíos que deben abordarse. La maternidad tardía puede aumentar el riesgo de infertilidad y complicaciones durante el embarazo y el parto, tanto para la madre como para el bebé.
Pesce destaca que los problemas de infertilidad en mujeres de edad avanzada no siempre pueden solucionarse con tratamientos de fertilización asistida (TRA). Es una falsa percepción asumir que la dificultad reproductiva puede resolverse en todos los casos con tratamientos. Los programas de concientización deberían orientarse a educar y hacer visible las limitaciones en el éxito reproductivo, tanto en la búsqueda espontánea como en los tratamientos, conforme avanza la edad materna.
La decisión de ser madre es una de las más importantes en la vida de una mujer y debe tomarse de manera libre, responsable e informada, considerando todos los aspectos personales y sociales involucrados. Ser madre implica una gran responsabilidad y un compromiso de por vida, por lo que es esencial estar preparada para afrontar este desafío.
La educación y el acceso a información confiable son fundamentales para que las mujeres puedan tomar decisiones informadas sobre su maternidad y su salud reproductiva, permitiéndoles planificar sus vidas de manera más efectiva y consciente.
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