Matías Isola

Que Pasa Salta
Debate abierto

Libertad de expresión, la bandera que pisoteó Macri en Salta

Manifestantes fueron detenidos por desplegar una bandera contra las políticas económicas del gobierno de Cambiemos. El hecho disparó un fuerte debate a nivel nacional.

El paso del presidente Mauricio Macri por Salta no pasó desapercibido. Mientras inauguraba una obra hídrica junto al gobernador Juan Manuel Urtubey en el Río Toro, un grupo de militantes era detenido por desplegar una bandera contra las políticas económicas del gobierno de Cambiemos. El hecho tuvo repercusión a nivel nacional y provocó un fuerte debate en torno a las garantías constitucionales: ¿se violó la libertad de expresión?

Desde la nefasta crisis del 2001 hasta la fecha el escrache se puso de moda en Argentina como método de protesta. Muchos lo critican y lo relacionan con una práctica fascista. Y es discutible. Sin embargo, lo ocurrido en el Río Toro distó mucho de ser un episodio violento y por ese motivo se puso en tela de juicio el accionar de la Policía. ¿Fueron detenidos tan sólo por expresar una consigna contra Macri? ¿Quién impartió la orden? ¿La intención fue enviar un mensaje?

La visita presidencial a Salta se dio en el marco de una severa crisis económica y social que atraviesa el país. No obstante, todos los gobiernos tienen sus defensores y detractores, y éste no es la excepción. Por ese motivo llamó la atención la detención de los militantes por desplegar una bandera. Una cosa es violentar la seguridad presidencial y no respetar la investidura presidencial; y otra muy distinta expresar el malestar por el rumbo elegido por el Gobierno, en este caso a través de una bandera. La violencia o la incitación a la misma siempre deben ser repudiadas, sin excepción alguna. Como también debe ocurrir cuando se envían peligrosos mensajes contra la libertad de expresión.

Durante el gobierno de Cristina Kirchner se produjeron importantes manifestaciones populares en las calles contra sus políticas, y fundamentalmente contra su estilo de conducción. En ese entonces se vieron infinidad de carteles y banderas con consignas sumamente agresivas hacia la persona de la ex presidenta. En la actualidad ocurre lo mismo, pero a la inversa. Ahora el apuntado es Macri. Sólo alcanza con ingresar a las redes sociales para comprobar el nivel de agresividad que se vive. Más allá de coincidir o no con los modos, son las reglas del juego de la democracia. Y siempre que no se caiga en la apología del delito o en la violencia concreta y real, hay que aprender a convivir con los detractores. Ocurrió durante el kirchnerismo y ocurre ahora con el macrismo.

Los comentarios del calibre de "Cristina yegua" o "Macri gato" son moneda corriente, lamentablemente. Se perdió el valor del intercambio y de la discrepancia. Los debates políticos carecen de riqueza y contenido. Salvo contadas excepciones, todo gira en torno a la chicana o la agresión. En ese contexto, se produjo el episodio de la bandera contra Macri en Salta, que no tuvo insultos ni agravios, sólo la expresión de que las políticas del Gobierno nacional generan hambre, y dónde se repudió además el acuerdo con el FMI. Se puede coincidir o no con la consigna, pero fue una expresión de un sector de la sociedad. Y no se puede cercenar esa garantía constitucional.

Seguramente existen grupos radicalizados que pretenden que Macri no llegue al final de su mandato. Los intentos desestabilizadores son completamente repudiables. La democracia y la institucionalidad deben ser defendidos a capa y espada, se coincida o no con el gobierno de turno. Además, los ciudadanos cuentan con el poder del voto para renovar autoridades. Pero también se debe sostener y reivindicar la libertad de expresión. Una bandera no puede incomodar al punto de la detención de quién la porta o despliega. Son dos caras de una misma moneda.


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