Matías Isola

Que Pasa Salta
Debate abierto

Aborto en el Senado: ¿especulación política o convicción ideológica?

Varios senadores indecisos se inclinaron por el "no" y el proyecto para legalizar el aborto sería rechazado el próximo miércoles. Romero fue uno de los casos más resonantes.

Quedan 3 días para la votación en el Senado y todo parece indicar que el proyecto de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE) no será aprobado. En los últimos días los pocos legisladores indecisos que quedaban se expresaron públicamente e inclinaron la balanza para el lado del "no". Los casos más resonantes fueron los de Maurice Closs, Ángel Rozas, Juan Carlos Romero y Silvina García Larraburu.

"La gente pobre no aborta", fue una de las frases empleadas por García Larraburu para justificar su decisión de no acompañar la iniciativa, en sintonía con los dichos del cura villero "Pepe" Di Paola. Su caso llamó poderosamente la atención porque integra el bloque kirchnerista en la Cámara Alta y hasta hace poco tiempo iba a votar a favor. ¿Qué la llevó a cambiar de parecer? ¿Se sintió presionada por algún sector? ¿En qué se basa para sostener que chicas de escasos recursos no se someten a abortos clandestinos?

Por su parte, Romero jugó con el hermetismo hasta límites insospechados. Con el debate instalado en la sociedad y con una paridad que ahora se desniveló en el "punteo", el ex gobernador apeló a las redes sociales para fundamentar su decisión: "Hay una convicción mayoritaria de los salteños". De esta forma, dejó en claro que privilegió el supuesto pensamiento mayoritario de la Provincia a la que representa en el Senado. ¿Pero acaso eso no se sabía desde antes? Está claro que en las últimas semanas la militancia "pro vida" se intensificó y particularmente en Salta los cañones apuntaban a Romero para que vote en contra del proyecto de ley (sus pares Cristina Fiore y Rodolfo Urtubey ya habían anticipado su voto). ¿Habrá influido ese factor? Sólo él lo sabe.

Lo cierto es que Romero dilató su decisión y finalmente la dio a conocer. Con su rechazo a legalizar el aborto, se confirma una clara tendencia: finalizada la sesión del próximo miércoles en el Senado, todos los legisladores salteños habrán votado en contra. La pregunta es cuántos votaron con convicción ideológica y cuántos lo hicieron por conveniencia o especulación política. No se puede negar que la Iglesia se metió de lleno en el debate y jugó un rol preponderante. Desde las jerarquías eclesiásticas más altas hasta los curas de parroquias endurecieron su discurso y "metieron presión" a los senadores para que la ley no se apruebe.

El flagelo existe y no se puede negar. Su carácter de clandestino no implica que no sea real. Esa es la discusión de fondo. Es un tema vinculado estrictamente con la Salud Pública (y de Educación), y por ese motivo resulta difícil asimilar que la creencia religiosa prevalezca por sobre la sensatez al momento de legislar. Establecer que "los pobres no abortan" es desviar el foco de atención. En todo caso, los pobres abortan en condiciones sumamente precarias que acrecientan los riesgos incluso de muerte de la mujer. Mientras que las clases medias o los ricos lo hacen con profesionales y en lugares higiénicos. Eso si lo comparamos en términos socioeconómicos, como lo hicieron varios. Es momento de dejar de lado la hipocresía.

Está claro que algunos legisladores capitalizaron el debate y se fortalecieron. Un ejemplo es Fiore. La titular del PRS se mostró como una de las principales abanderadas de la defensa de "las dos vidas" y cobró una relevancia incluso nacional que no tenía hasta el momento. Es así que se la puede ver activamente en medios de comunicación y redes sociales militando con el pañuelo celeste. En el caso de Romero, dilató su decisión hasta último momento y jugó al misterio. Si votaba en contra, iba a ser el único salteño en hacerlo. No obstante, hará la contrario y su confirmación lo puso en un lugar de cierto privilegio ante la sociedad salteña que según su afirmación, tiene una convicción mayoritaria.

De no mediar ningún imponderable, el aborto legal no será aprobado y el proyecto que obtuvo media sanción en Diputados descansará en los cajones del Congreso al menos hasta el año que viene. El flagelo seguirá siendo clandestino mientras algunos legisladores inflarán el pecho y mirarán las encuestas de cara a las elecciones del año que viene. Mezquindades de la política argentina que muchas veces decide mirar para otro lado ante problemas que están a la vista de todos, aunque paradójicamente se practiquen en la clandestinidad. 

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