Recuerdos de un DT

“Los jugadores que ascendieron en Cipolletti tomaban agua de la canilla y nadie se quejaba”

Juan de la Cruz Kairuz, el técnico más ganador que tuvo Juventud, repasa para Tiro Libre el comportamiento y la pertenencia que atenían antes los jugadores que vestían la camiseta del club.

Mirar por el espejo retrovisor de la vida, y del fútbol, suele dejar buenas imágenes de un pasado emparentado con el éxito, el extremo de la cuerda actual, donde las amarguras y las campañas regulares o malas gobiernan la escena.



El hincha Antoniano recordará dos etapas muy buenas: la de los 44 partidos invictos y el ascenso en Cipolletti. Luego vino la final con Chacarita por el ascenso a Primera, en aquella oportunidad que el conjunto de Fernando Donaires quedó a las puertas del cielo. No hubo un entrenador que haya superado hasta el momento lo realizado por Kairuz, y esto es un dato objetivo desde los números y no una opinión subjetiva.



Kairuz recuerda que, antes, el jugador tenía otro sentido de pertenencia. “Había más compromiso en todo aspecto. Y no estamos hablando de planteles de jugadores con plata en el bolsillo, eran humildes, pero tenían otra manera de sentir la camiseta del club que les daba trabajo”, dice el DT. Y pone un ejemplo: “El Juventud que ascendió en Cipolletti tomaba agua de la canilla porque no había un peso cuando salíamos a jugar afuera, y nadie se quejaba. Una vez fuimos a Córdoba y servimos jarras con agua de la canilla y ni siquiera merendábamos. Yo les decía que fuésemos a caminar para estar bien despiertos, los engañaba porque viajamos sin plata, apenas para el almuerzo y la cena, nada más”.



Y recuerda una anécdota graciosa. “En Córdoba le ganamos a Paz Juniors, y cuando nos juntamos para cenar los jugadores cantaban: gaseosa… gaseosa… Uno de los directivos que viajó con la delegación pagó las gaseosas para la cena, porque habíamos ganado, si no…”, rememora el entrenador.



Y cuando habló de aquél fantástico equipo de los 44 partidos invictos, sólo fueron palabras de elogio para ellos, los jugadores. “Habían respeto único de todo el plantel. El capitán era Luis Flores, y ningún jugador se levantaba de la mesa hasta que Flores no lo hacía. Era hombres respetuosos, con un sentido de pertenencia que pocas veces vi, así era el jugador de antes, más comprometido. Hoy los tiempos cambiaron, algunos no ven la hora que termine un torneo para marcharse a otro club. Antes no pasaba esto, antes no querían irse de Juventud, venían para quedarse en el club, pero todo eso cambió”, explica el DT.

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