Dakar 2018

La carrera más difícil del mundo le dejó a Salta unos $5 millones de plata fresca

Con hotelería colmada y restaurantes que trabajaron a full, el Dakar trajo algo de alivio a la plaza salteña. El dinero que mueve va a tono con la expectativa que despierta en la gente en general.

La señora de chaleco verde fosforescente estaba chocha. Se hizo unos buenos pesos en un puñado de horas cobrando estacionamiento en las inmediaciones del CCM. “Estamos cobrando $50 por auto, una cifra módica porque tampoco hay que abusarse”, le dice la mujer a Tiro Libre, mientras hace señas a los autos para que estacionen en su territorio.



Del lado externo las sendas peatonales parecen La Florida o la peatonal Alberdi. Gente que camina, que se toma una foto con los autos de fondo. Del otro lado de la verja también es un hervidero. Todos buscan al hijo dilecto de Salta, pero a esa hora de la tarde se enteraron de que Kevin Benavides se fue a su casa para estar con los suyos.





Y siguen el recorrido por la zona liberada a la gente, que visitan todo con ojos asombrados. Se detienen ante los monstruos con ruedas que son los camiones; observan detenidamente como se desarma uno de los autos; y de pasada miran de reojo la tienda oficial del Dakar, donde no todos tienen chances de detenerse porque los precios no están al alcance de todos. Una gorra cuesta 250 pesos y un llaverito sencillo oscila entre los 100 a 150 pesos. Las remeras se cotizan a 300 pesos y cuelgan camperas que llegarán a los 3 mil pesos.



Allá afuera la gente que trabaja en los equipos, los patrocinantes y el planeta Dakar se prepara para invadir los restaurantes en búsqueda de una comida típica, las clásicas empanadas o una cazuela de cabrito. “El visitante siempre quiere comer lo que a Salta la hizo famosa en todo el mundo, los platos regionales son los que se llevan las preferencias”, le dice a Tiro Libre Juan Alberti, propietario del negocio que está en Balcarce y Rivadavia.







El sector hotelero explotaba de felicidad. Ni siquiera en los últimos feriados largos mostró una plaza completa por el visitante extranjero. Como siempre ocurre con el Dakar, los hoteles de mayor categoría fueron los primeros que colmaron su capacidad, y luego la tendencia se expandió a los otros.



Todo este movimiento de gente dejó en Salta un circulante de dinero fresco que le vino al comercio como una lluvia de tarde sofocante. Luego, cuando las maquinas enciendan sus motores y encaren hacia el sur, Salta irá recobrando su ritmo habitual, satisfecha por haber sido parte por 48 horas de una experiencia a la que habrá que esperar un almanaque completo para repetir.



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