Copa América Centenario

Cómo convive el seleccionado con la presión de la larga sequía sin títulos

Las finales perdidas en 2014 y 2015 y los 23 años sin conquistas son una carga mental admitida por los jugadores y Martino; psicólogos deportivos apuntan al exceso de pasión en la Argentina y a la importancia del grupo de trabajo.

Gerardo Martino está preocupado. Escucha una, dos, tres entrevistas, y siempre pasa lo mismo. Sus jugadores, la base del plantel que nutrió a la Argentina en los últimos años, no pueden evitar hablar de las finales perdidas. "Ellos mismos sacan el tema, aunque no tenga nada que ver con lo que se está diciendo en ese momento. Si traen el tema, es porque lo sienten", dice el entrenador. Las heridas por las derrotas frente a Alemania en el Mundial de 2014 y contra Chile por la Copa América en 2015 siguen abiertas en un grupo de futbolistas que también carga con los 23 años sin éxitos del seleccionado y que mañana comenzará otro camino en búsqueda de la sanación.



Uno de los hechos que más llamaron la atención del director técnico fue lo que dijo Lionel Messi pocos segundos después de recibir el Balón de Oro, a comienzos de este año. "El ejemplo es Leo: está recibiendo el premio al mejor jugador del mundo y dice que cambiaría todo esto por un título con la Argentina...", apunta Tata, y luego da una pista de por dónde puede venir la solución: "Hay que buscar la vuelta para que esa carga negativa se transforme en energía positiva. Hoy está muy de moda en el fútbol el trabajo mental, y hay que tenerlo en cuenta".



Marcelo Roffé, psicólogo especializado en deportes que trabajó con los seleccionados juveniles, explica lo que sufren los futbolistas: "Éste es un país muy particular, donde el fútbol posee un exceso de pasión y por ende roza la violencia y la crueldad extrema del exitismo. Vivimos en la dictadura del resultado. La presión social existe y es mucha. La exigencia en el alto rendimiento es muy alta".



Roffé vislumbra una respuesta al problema: "El desafío es aislar al equipo de esa presión social y trabajar con tranquilidad, centrándose en la partitura que elige el entrenador para que la música de esta orquesta nazca armoniosa y fluida. Los miedos, las presiones y las ansiedades son trabajados individualmente, caso por caso. La presión es algo que se introduce uno, y las mochilas, también", analiza.



Marcelo Halfon, psicólogo especialista en vínculos y deporte, aporta otra mirada: "La familia, los amigos, los hinchas y los periodistas influyen en cada jugador de maneras distintas. Lo que pasa a tener un valor determinante es la conformación del grupo de trabajo, la historia de ese conjunto y a su vez de los subgrupos que lo conforman. Las relaciones entre ellos: jugadores, directores técnicos, preparadores físicos y equipo de salud física y mental son importantes", juzga.



Quien admite que el plantel lleva una carga muy grande es Ángel Di María, una de las figuras del seleccionado, que se perdió la definición de Brasil 2014 por una lesión y dejó, lastimado, el partido decisivo del año pasado en Chile. "La mochila que llevamos es cada vez más pesada. Influyen los 23 años sin títulos y las dos finales, pero también hay que valorar las cosas que venimos haciendo. Siempre tenemos la obligación de salir campeones. Es obvio, todo el mundo quiere el título", dijo al sitio oficial de la AFA apenas llegó a Estados Unidos.



Sergio Romero, que vivió ambas frustraciones, revela que sigue analizando el tanto que le hizo Mario Götze en el Maracanã y el que le marcó Arturo Vidal, de penal, en la serie en Santiago. "Miré mucho los goles. El de Alemania no me dio tiempo a estar parado para atajarla. Y en el de Vidal sabía a dónde iba a patear, y me dolió no pararlo porque toqué la pelota", describe el arquero. Y agrega: "Sabemos la carga que tenemos porque la selección no gana nada desde hace mucho. Presión va a haber siempre, porque somos Argentina. Hicimos un gran esfuerzo en las dos finales, pero lamentablemente no las ganamos por muy poco".



Uno de los nuevos del plantel, Gabriel Mercado, tiene una visión positiva del pasado y de lo que vendrá: "Más que una mochila, es un nuevo desafío, una nueva oportunidad. Las finales perdidas muestran que lo que hizo la selección es muy bueno. Lleva tanto tiempo Argentina sin ganar nada que eso evidencia lo difíciles que son estos torneos. Hoy parece que lo único que alcanza es ganar el título. Ojalá Dios quiera que lleguemos a la final; no va a ser nada fácil", destaca el defensor.



La operación Copa América está en marcha. La nueva oportunidad llegó pronto para el seleccionado, que muestra las marcas profundas de los golpes de los últimos dos años. El deseo es que la cicatrización comience mañana, frente a Chile en Santa Clara. El último punto de sutura, para mirar hacia Rusia 2018 sin complejos, puede ser en Nueva Jersey, el 26 de junio. El sueño es estar. El sueño es ganar.

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