Eliminatorias

Argentina-Venezuela: la selección tendrá 90 minutos para desactivar una bomba

La selección está en un callejón sin salida: gana esta noche o comienza a despedirse del Mundial de Rusia: "La presión existe, pero no nos tiene que bloquear", desafió Sampaoli.

Esta vez el partido no separa a la Argentina de la gloria. Sí, del abismo. La selección se asoma al precipicio por errores que la empujaron a un callejón sin salida. De repente el cruce con Venezuela, un duelo sin historia, fuego ni arabescos, esta noche cobrará un valor trascendente en la vida reciente del equipo albiceleste. Gana o comienza a despedirse del Mundial de Rusia. Ya falló en las finales por los títulos, ahora no puede fracasar en las finales por la supervivencia.



No tiene sentido mirar las eliminatorias por el espejo retrovisor ni detenerse en culpas o lamentos. A la Argentina le espera un escenario tan peligroso como traicionero: confirmar las presunciones, las que vaticinan un triunfo ante Venezuela, y sobrellevar esa presión. El equipo está atrapado por la incertidumbre y Jorge Sampaoli apostará por una sobredosis de su estilo para salir del encierro. Más riesgos, más audacia, más peligro. Cinco delanteros al ataque, un registro con contadísimos antecedentes. Un cañoneo incesante para derribar a Venezuela, para derrumbar los pronósticos más agoreros. Para espantar los fantasmas, justo en una fecha espectral: también un 5 de septiembre, pero de 1993, la Argentina perdió 5-0 con Colombia y ese mazazo la condenó a jugar el repechaje para finalmente aterrizar en el Mundial de los Estados Unidos.



La selección hace 255 minutos que no marca un gol. No convierte a través de una jugada colectiva desde noviembre del año pasado. No ganó en nueve fechas de las eliminatorias y en seis ni perforó el arco rival. Contra Venezuela, el peor del corte clasificatorio para Rusia, en la primera rueda apenas rescató un empate 2-2 cuando acechaba el papelón. O la Argentina hace trizas todas estas marcas o estará en serios apuros. Necesita ganar para calmar la emergencia. Y también golear para darse un barniz de confianza. Una metralla de gritos le devolverá el alma al cuerpo a la selección.



Ferocidad y dinámica deberán acompañar al conjunto albiceleste. Un equipo corto y angosto en el medio, desde el primer pase de Guido Pizarro -le ganó el puesto a Biglia-, la inteligencia que regresa con Banega para desnudar la espalda de los rivales y la complementación de Messi y Dybala, que ya deben regalar señales de sociedad. Y ancho y profundo arriba, para abrir la defensa y herir con desbordes. Sampaoli les reclamó a sus dirigidos velocidad para romper líneas. Atrevimiento para sorprender. Y valentía para asumir el momento límite. Un dibujo 3-4-3, con un rombo en el eje medular, y nuevamente una defensa de tres zagueros que está vez le hará lugar a Javier Mascherano para su partido N° 137.



El fixture regala un guiño: cuando sólo sirve vencer, aparece el adversario más débil. El historial con Venezuela no entiende de equivalencias: 22 partidos, 20 victorias albicelestes y un esporádico grito vinotinto en 2011, cuando la Cenicienta empezaba a rebelarse. Venezuela no tiene nada que lucir en el pasado, pero cree en su futuro. Sienten que el sorprendente subcampeonato mundial que este año consiguió la Sub 20 será la semilla para el desembarco en Qatar 2022. Venezuela sabe que nunca más perderá con la Argentina 11-0, como en 1975, pero las diferencias aún son abismales. Messi & asociados tendrían que imponerse con comodidad esta noche, y no hay que revolver en el archivo para encontrar goleadas. En los últimos años se encadenaron un par de 4-1, 4-0, 3-0? Ayer el DT Dudamel lo asumió: "Somos conscientes de la diferencia con Argentina. El rendimiento debe ser estable durante todo el partido". Casi impracticable ante un rival con tanto colmillo.



Con un planteo conservador y de mucho despliegue físico tratará de darle batalla a una Argentina que tendrá 90 minutos para desactivar una bomba. Tibios y nerviosos, abstenerse. Este partido también medirá el carácter de los jugadores locales, a los que les convendrá sentirse desafiados. Y no necesariamente por Venezuela, sino por la historia. "La necesidad va a atentar contra nuestra libertad. Si pensamos en nuestras necesidades vamos a estar atados a eso. Sería muy traumático para nosotros porque esa necesidad, ante el menor error, nos puede terminar complicando. La presión existe, pero no nos tiene que invadir o bloquear. No tenemos que ser rehén de ella", explicó Sampaoli que, como es su costumbre, elige no engañarse.



Siempre que resuelva su partido con autoridad, el resto de la 16ta fecha puede obsequiarle muchos beneficios a la selección. Un par de cruces quizá habiliten el ascenso de la Argentina en la tabla. Ecuador vs. Perú se quitarán puntos y un perseguidor caerá en la banquina. Paraguay vs. Uruguay también dejará a alguno herido. Chile tratará de no ahogarse en La Paz. Es más, si Brasil anuda ante Colombia su décima victoria consecutiva, en Barranquilla, el equipo de Sampaoli hasta puede descubrirse cerca de la medianoche segundo en las posiciones. De cualquier forma, salvo una catástrofe futbolística en Núñez, los dividendos quedarán a la vista: la Argentina volverá a descansar en la zona de clasificación directa a la Copa del Mundo.



Para una selección en reconstrucción como la Argentina, esta noche no habrá tiempo, tolerancia ni consideración. Sampaoli aceptó lo evidente: sólo sirve ganar. Síntoma de la emergencia. El alivio y la amargura en un tenso pendular.

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