Un amargo empate

Argentina se asusta con sus propios fantasmas y Rusia está lejos todavía

Apenas empató con el sub 20 de Venezuela. La esperanza vino de otros resultados, porque Bolivia le ganó a Chile y Perú a Ecuador y eso terminó por darnos una mano para seguir con un hilo de vida.

Alguna vez Jorge Valdano habló del miedo escénico. Y Argentina está asustada. La espantan sus propios fantasmas. Y así no se puede. ¿Cómo puede ser que, teniendo delanteros que todas las semanas convierten en Europa, con la celeste y blanca le erran al arco vacío? Otra prueba más del miedo que invade a este equipo: Di María se lesiona ante cada partido trascendente, como si le pesara demasiado vestir la camiseta y esa angustia la canaliza en su físico.



Pero no solamente el equipo tiene miedo. El público que colmó el Monumental también estaba temeroso. Es que el equipo no transmite seguridad, da la sensación que cualquiera puede pintarnos la cara en nuestra propia casa. Y la última perlita para sumar: cuando se necesita una persona que transmita tranquilidad y aplomo, la AFA contrata a un técnico híper nervioso, que camina, insulta y gesticula y, para colmo de males, le erra a los cambios: ¿pueden explicar a qué ingresó Pastore, que tiene un freezer en el pecho?



Argentina complicó su presencia en Rusia ante Venezuela, que en el global no se le pudo ganar. No tiene poder de fuego, el técnico hace del juego algo repetitivo: desborde y centro siempre, y así el rival te toma la mano al toque.



Otra falencia: Argentina no tiene rebeldía, carece de  personalidad para despojarse del clima adverso. Y una pregunta que duele, pero debemos hacernos: si no le podemos ganar al juvenil de Venezuela, ¿merecemos estar en el Mundial?

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