Sueña con ascender

“A mi señora la conocí en el avión y tuve que hacer un trabajo de hormiga, je”

El Cepillo Acosta puso la pelota bajo el brazo y se abrió a la charla con Tiro Libre, donde habló de la manera que armó a su familia, de su paso por River, del Cuervo y del sueño de ascenso.

Es, por naturaleza, un tipo optimista y sencillo. Prefiere ver la mitad del vaso lleno y pone en práctica una filosofía oriental para seguir caminando por la vida: “las cosas tienen un por que, por algo pasan”.  Norberto Acosta, el Cepillo, se viste de alfarero para darle forma al sueño de ascenso que anhelan los Cuervos del barrio Norte. Y ahí anda, con su carpeta de anotaciones que le acaricia la axila y su gorra inseparable que la usa más por costumbre que para tapar los rayos del sol del mediodía salteño.



Se fija la hora y el reloj le otorga tiempo como distenderse en la charla. “Por ahí salgo de mi casa a la mañana y llego al anochecer. Son muchas cosas que hay que atender, muchas responsabilidades representa dirigir a un club como Central Norte”, dice desparramando su figura en el sillón y arranca con la charla sin fijar pautas ni preconceptos. Abre su alma y escucha lo que se le pregunta y piensa cada respuesta antes de soltarla.



“No creo que esta sea una zona compuesta por equipos fáciles. Fijate que Progreso marcha último, pero eso no se notó mucho en el partido, nos presentaron un partido complicado hasta que tuvieron piernas. Después si, hicimos pesar nuestro juego y la jerarquía individual de los jugadores que tenemos para resolverlo. No hubo partidos de grandes goleadas, por ahí lo ganamos apretados y eso también te da la pauta de lo que te digo”, afirma en desacuerdo con los comentarios que apuntan a que Central Norte “no juega con nadie”.



Explica que el hecho de estar invicto “no es algo que lo tenga en cuenta. Nunca escuché a mis jugadores diciendo que hay que cuidar el invicto o que sea el tema de conversación. Cuando salimos a la cancha pensamos en ganar, nunca pensamos en cuidar el invicto porque es una circunstancia. Tampoco creo que sea un peso extra  para el jugador, las cosas se dieron así y vamos a ver cómo siguen pero te repito, no es algo que nos quite el sueño”.



Se aferra el pensamiento que “las cosas pasan por algo, porque tienen que pasar”, aunque esa manera de actuar no signifique en modo alguno que se sienta a esperar lo que puede ocurrir. “Para nada, siempre fui un luchados, un peleador. Un día me presenté a una práctica en River, y me recibió Delem (una institución en el fútbol). Me dijo que me quedara tres meses y me terminé quedando cuatro años”, relata revolviendo en su mente los recuerdos.



“En ese River no jugué muchos partidos en relación al tiempo que tuve, pero era comprensible: delante de mí tenía monstruos como Sorín o Placente. Pero el lado positivo que rescato es que conocí a grandes jugadores y personas, como Francescoli, Juan Pablo Angel, el Muñeco Gallardo, jugadores de peso internacional pero que te trataban como uno más, personas que me dejaron grandes enseñanzas”.



Su vida fue ocupada por plazos cortos que terminaron estirándose. A River fue por tres meses y se quedó cuatro años. A Entre Ríos fue por un tiempo y su estadía duro diez años. Allí logró un ascenso con Juventud Unida de Gualeguaychú y formó una familia. “Las cosas pasan porque tienen que pasar. Un día tomé un avión desde Tucumán a Buenos Aires, nos pusimos a charlar con una chica, después la seguimos por teléfono y así afirmamos una relación. Esa chica hoy es mi señora, con la que tuve que hacer un trabajo de hormiga para conquistarla, je”, y a la frase la acompaña una sonrisa de satisfacción.



Las cosas pasan por que tienen que pasar, reafirma. “Si yo no tomaba ese avión no conocía a la que hoy es mi esposa”, dispara. Y un día levantó el teléfono y atendió una llamada desde Salta: le ofrecían venir al Cuervo. Y si las cosas “pasan por que tienen que  pasar”, ojalá que el destino de Acosta, dirigiendo a Central Norte, sea el inicio de la concreción del viejo anhelo de todo el pueblo Azabache: poder tomar un avión, pero al Federal A.



¿Podrá ser esto posible?

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