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Cuando el autocorrector es peor que el error de tipeo

A medida que los sistemas de control de ingreso de texto de los sistemas informáticos se vuelven cada vez más sofisticados, los problemas también evolucionan en respuestas incómodas que quedan fuera del contexto original del remitente.

En la publicación de Patricia Duncan Moran en Facebook para su bisnieta Devyn en el día de su cumpleaños, había pocas cosas que nos recuerdan dulcemente a las abuelas. Para empezar, Moran había publicado el mensaje en su propio muro, en vez de hacerlo en el de Devyn. Ella nombró a su bisnieta pero no la etiquetó. Pero lo más impresionante fue quién lo firmaba.

"Feliz cumpleaños para mi hermosa bisnieta", decía el mensaje. "Nos vemos pronto. Con cariño, 'Great Grandmaster Flash'". (Grandmaster Flash es el apodo de Joseph Saddler, un músico y DJ estadounidense de hip hop).

¿Great Grandmaster Flash?

Esa era la versión para menores de lo que se ha dado a conocer como autofalla, la autocorrección accidental (y, algunas veces, mortificadora) a partir de la cual se han generado muchos blogs y un libro. En este caso, la característica de autocompletar de Facebook había asumido que "Grandma" (la palabra informal para "grandmother", en idioma inglés, o abuela, en idioma español) era la abreviatura de "Grandmaster" y entonces hizo los ajustes correspondientes, etiquetando al pionero del hip-hop en el proceso.

Y Moran no fue la única víctima: las abuelas en toda Internet etiquetaron a "Grandmaster"; sus mensajes fueron tan numerosos que se convirtieron en el tema de un blog: Love, Grampa and Grandmaster Flash (Con cariño, tu abuelo y Grandmaster Flash).

"Eso se convirtió en la broma de la familia", dijo por teléfono Moran, de 83 años, desde Montreal. "Yo seguía diciendo: '¿Quién es ese?' porque nunca había escuchado sobre Grandmaster Flash. Pero ahora todos me llaman 'Great Grandma Flash' (la bisabuela Flash)".

Los errores que provocan las autocorrecciones son el resultado de una conveniencia tecnológica que permite tipear en cualquier lugar, incluso cuando el mensaje no siempre sale como se ha planeado. Entonces, como la tecnología de la autocorrección ha avanzado, lo mismo ha sucedido con los errores.

No se trata simplemente de que una ciudad llamada "Cupertino" (la sede de Apple) pueda aparecer escrita cuando se quiere escribir "cooperation" ("cooperación", en español), lo que fue una característica por default en Microsoft Word. Tampoco se trata de que las letras similares pueden dar como resultado un sándwich de "prostituta", en vez de un sándwich de prosciutto (un tipo de fiambre similar al jamón serrano). Nop, las autocorrecciones de la actualidad parecen ser casi personales.

Hubo una época en la que estaba preocupada por el perro de una amiga, y terminé preguntando sobre mi ex novio ("¿Cómo esta Pete?", en vez de decir "pet", que en inglés significa "mascota"). (Mi iPhone se acordó, mientras que yo quería olvidarme). Tenía una amiga, a la que le encantaban los cócteles y que envió un mensaje al pediatra para preguntarle si tenía que cambiar la leche que le daba su hijo de 2 años y pasar de la "leche con 1 por ciento de grasa a la leche 'whiskey'", queriendo decir leche entera, que en inglés se dice "whole milk". (Él dijo que sí, que ella definitivamente debía hacerlo). Y Allyson Downey, una empresaria de Nueva York cuya respuesta frecuente a algo que le gusta es "Love 'em!" (¡Me encanta!) siempre termina diciendo "Love me" (Ámame).

"Me hace parecer horriblemente necesitada", dijo Downey.

Y luego está Naomi Campbell, quien envió un tuit a 300.000 seguidores felicitando a "Malaria" (es decir: Malala) por haber ganado el Premio Nobel de la Paz. La modelo trabaja con entidades de caridad relacionadas con la salud pública, así que no era impensado que hubiera escrito la palabra "malaria" muchas veces antes.

La autocorrección se originó con los programas de procesamiento de palabras en la década de 1980, en los cuales el idioma que se usaba se comprobaba con un diccionario para garantizar que la ortografía fuera la correcta.

Según un estudio que se llevó a cabo en el año 2012, en Gran Bretaña, dos tercios de los adultos del mundo no podrían escribir "necesario" y un tercio no podría escribir "definitivamente" sin la ayuda de la característica de autocorrección. En ese momento, el tema era simple: hacer que el tipeo fuera más rápido y más exacto. Para ayudarnos, usted sabe, a no parecer un idiota.

Pero en estos días, la autocorrección está creando problemas a medida que resuelve otros. Las compañías de tecnología, como Google, Facebook y Apple, emplean a docenas de lingüistas (o "programadores del idioma natural", como se los conoce) con el fin de analizar los patrones lingüísticos y rastrear la jerga, e incluso la cultura popular. Y pueden hacer cosas asombrosas: corregir cuando uno toca las teclas equivocadas (el fenómeno del "dedo gordo") y analizar a quién se le envía el mensaje de texto, la forma en la que se habló con una persona en el pasado y hasta el tema del que se habló.

El sistema operativo iOS 8, de Apple, el cual se dio a conocer en septiembre, incluso pretende saber cómo cambia el tono según el medio; es decir, "el estilo informal" que se puede usar en los mensajes de texto versus "el lenguaje más formal" que probablemente se use en un mensaje de correo electrónico, como indicó la compañía en una declaración. Se ajusta al receptor del mensaje, sabiendo que su elección de palabras con un compañero probablemente sea más relajada que lo que sería con su jefe.

El teléfono inteligente ahora puede ser capaz de sugerir no solamente palabras sino frases enteras. Y cuanto más se lo usa, más recuerda; presta atención a las palabras repetidas, a la estructura de las oraciones y al tono.

Todo esto está bien, excepto que ahora los errores del autocorrector son menos inocentes. En estos días, las autocorrecciones probablemente le digan a la persona que recibe el mensaje algo sobre usted.

"Muchas veces ni siquiera se lo puede registrar porque es muy personalizado", dijo Ben Zimmer, el jefe del comité de palabras nuevas de la Sociedad Estadounidense de Dialectos, que se dedica a estudiar el idioma inglés.

Pero las cosas no comenzaron así. Como declaró el creador de la característica de autocorrección de Microsoft en una entrevista a la revista Wired, durante los primeros días de Word (antes de que se creara una "lista negra" de groserías), los ejecutivos de un importante banco de inversión se enojaron porque el programa cambiaba el nombre de la compañía Goldman Sachs por "Goddamn Sachs" (Maldito Sachs, en idioma español). De manera similar, en el año 2007, la mayoría de los sistemas todavía no contenían el nombre de un prometedor senador de Illinois, ahora presidente, pero sí guardaban el nombre del terrorista internacional Osama bin Laden (en vez de Obama), lo que daba como resultado una desafortunada corrección.

Más recientemente, se criticó a Google cuando, si se hacía una búsqueda en Internet de "English major who taught herself calculus" ("Alumna de inglés que aprendió cálculo de manera autodidacta), se sugería cambiar "herself" (pronombre reflexivo femenino) por "himself" (pronombre reflexivo masculino).

Johan Schalkwyk, un ingeniero que dirige los desarrollos vinculados con el discurso y el lenguaje natural en Google, dijo: "Estar al día con la jerga y los acrónimos que marcan tendencia es como estar en la jungla", una jungla repleta de minas terrestres culturales.

A una amiga que trabaja en una compañía de medios de comunicación le pidieron que enviara un importante informe analítico a su compañía y el asunto decía: "Informe semanal anal".

Al preguntarle por qué esa palabra parecía producir errores de autocorrección tan frecuentemente, Zimmer afirmó: "Una palabra como 'anal' es corta, tiene letras comunes".

Y, como saben muy bien los habitantes de Nueva York, una nota para decirle a un amigo que está en camino con frecuencia se traduce como: "¡en la lata!", cuando debería decir: "¡en el taxi!" (la palabra "cab", que significa "taxi" se cambia por "can", que significa "lata").

Caroline McCarthy, una consultora digital, tiene un colega llamado Aran con el cual intercambia mensajes de texto de manera regular. Y, a pesar de que su nombre está grabado en la lista de contactos, para el iPhone él es simplemente "Arab" (árabe). Bridget Todd, una editora de redes sociales, de MSNBC, en más de una ocasión se ha referido a una amiga ("Whitney") como "Whitey". (Todd es afroamericana y la palabra "whitey" en la jerga refiere a "blancucho").

Kathrin Lausch, una productora de cine y de televisión, contó sobre los mensajes de texto que enviaba a un director después de una toma difícil que involucraba a una mujer en una bañera. Ella le dijo: "Hey, ¿por qué no te masturbas y vuelves mañana?" (cuando en verdad quiso decir: "Hey, ¿por qué no esperas y te calmas, y lo intentas mañana?"); el autocorrector cambió la palabra "marinate" por "masturbate". Ella no se dio cuenta de eso hasta el día siguiente, cuando él le contó que le encantaba "cómo los europeos son tan sexualmente libres". (Lausch es de Alemania).

Pero, por supuesto, cuanto más nos equivocamos, más entendemos esos errores (o, al menos, eso es lo que esperamos).

"Tienes que ser cuidadoso, y yo aprendí esa lección", dijo Moran, quien tiene alrededor de 40 nietos y bisnietos en total. "Mi familia todavía dice cuando me ve: '¡Aquí viene Flash!'".

Fuente: La Nación

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