Divorcio exprés

No siempre es veloz, sigue siendo caro y es inevitable tener abogado

A 30 años de la sanción de la ley, y a casi tres del nuevo Código Civil, se requiere la intervención de un profesional; una separación contradictoria cuesta unos $30.000.

Es más caro, pero se puede pagar en cuotas. Lleva menos tiempo conseguir el sello de divorcio -de uno a tres meses-, pero resolver todas las cuestiones colaterales que desata una separación, como repartir los bienes, organizar el cuidado de los hijos, reclamar compensaciones y ponerse de acuerdo sobre pago de alimentos, puede llevar tanto o más tiempo que antes. Y con la diferencia de que en lugar de un juicio hay que atravesar cuatro procesos.



Con la llegada, hace casi dos años, del actual Código Civil, se anunció que divorciarse iba a ser más rápido, más económico, menos conflictivo y que ya ninguna de las partes de la pareja iba a tener que demostrar que el otro había sido el culpable del fracaso matrimonial. Sin embargo, especialistas consultados por diario La Nación coinciden en que hoy divorciarse es algo más rápido y simple, pero sigue resultando costoso emocional y económicamente, sobre todo si no hay acuerdo entre las partes, que es la forma más frecuente en la que la gente pone fin a su matrimonio. Es más: hay quienes cuestionan el hecho de que en casos de divorcios de común acuerdo una pareja sin hijos ni bienes en común todavía esté obligada a contratar a un abogado, pese a que cuando se casaron no tuvieron uno. Eso sí, el cambio en la legislación significó menos estrés para los abogados y jueces, ya que los procesos ahora tienen mucha menos litigiosidad. Las parejas ya no se enfrentan a los gritos en las salas de audiencia de los Tribunales, ya no hay que buscar culpables ni dar explicaciones al juez. Pero esto no hizo que fuera más fácil elaborar el duelo por la ruptura. En cambio, apuntan muchos, significó que los abogados civilistas tuvieran más trabajo que nunca. "Con este código, ustedes están salvados", era la broma que les hacían los penalistas a sus pares tras la reforma. A continuación, los principales cambios reales que trajo la legislación.



1. No es más barato. Con el viejo Código Civil, la pareja que decidía terminar su matrimonio en un proceso contradictorio debía explicar al juez por qué iba a separarse y demostrar cuál de los dos había sido el culpable, algo que sumía a toda la familia en una guerra por años. Ese proceso se cobraba por etapas. Los honorarios se pactaban con el abogado. En promedio puede rondar entre los 10.000 y 20.000 pesos por cónyuge. La diferencia es que ese monto sólo incluye la primera etapa: conseguir efectivamente el sello del divorcio, con acuerdo entre las partes. Un divorcio contradictorio puede costar unos 40.000 pesos. Después, si no hay acuerdo sobre los bienes, hijos, alimentos y compensaciones, la pareja tendrá que pagar hasta cuatro juicios distintos, y los honorarios se fijarán según el alcance de la demanda.



2. Se paga en cuotas. Esto no es consecuencia del cambio de normativa, sino símbolo de la crisis y de una generación que paga casi todo con tarjeta y en cuotas. Aunque no es una práctica habitual en los estudios jurídicos más tradicionales, existen sitios en Internet, como www.abogadosdedivorcio.com.ar, y otros que ofrecen el pago del divorcio con tarjetas y en 12 cuotas.



3. Nadie se puede divorciar sin un abogado. ¿Por qué cuando alguien se casa no requiere un abogado y cuando se quiere divorciar está obligado por ley a contratar uno? "El matrimonio es un error administrativo que se regula judicialmente. Es inconstitucional en casos en los que no hay hijos ni bienes. Es anacrónico creer que la voluntad de un adulto que no afecte bienes ni terceros tiene que ser tutelada por un abogado. Sólo lo puedo entender desde una visión proteccionista de la labor del abogado", apunta Lucas Arrimada, docente de Derecho Constitucional de la UBA, a cargo de los cursos de posgrado sobre el nuevo código que se dictaron en las cortes supremas provinciales. "En el anteproyecto se discutió la posibilidad de ir a un divorcio administrativo con el patrocinio de un abogado, porque se conocía la experiencia de Holanda, donde en un principio fue sin abogado y se empezaron a ver los abusos que se cometían manipulando a las mujeres, y después ellas solicitaban la nulidad de ese acuerdo por vicios en el consentimiento", explica Marisa Herrera, una de las redactoras del código. "La institución casamiento no empieza y termina en el Registro Civil, sino con un acto de exteriorización de la decisión de compartir su vida y lo hicieron público. Si esto se va a dar por terminado, también es conveniente que se haga público. Por eso siguen siendo necesarias la figura del abogado y la del juez", explica Alejando C. Molina, ex juez de familia y hoy abogado civilista que asesora al Colegio de Abogados de la Ciudad de Buenos Aires en temas de familia.



4. No hay más divorcios que antes. Las estadísticas de divorcios, indican que el fin del divorcio contencioso no significó un mayor número de rupturas matrimoniales, tal como sí ocurrió en el país cuando se sancionó la ley de divorcio, en 1987. Hoy, una de cada dos parejas que se casan termina en divorcio. Esto no se modificó en los últimos dos años. Y desde 2012 el número de divorcios se mantiene estable en la ciudad.



5. Es más rápido, pero no exprés. Aunque el Código Civil nunca utilizó tal figura, cuando se dieron a conocer los cambios del texto se aludió a la nueva forma de separarse como "divorcio exprés". Se refería a que para divorciarse sólo se requería la voluntad de una de las partes para poner fin a la relación. Alcanza con presentar una petición de divorcio ante el juez y una propuesta para el cuidado de los hijos y la separación de los bienes compartidos. Una vez que la otra parte resulta notificada, en un plazo que idealmente iba a ser de entre una semana y un mes, esa persona ya se encontraría legalmente divorciada. "Es mucho más ágil. Ya no hay que esperar tres años desde la separación de hecho para solicitarlo unilateralmente sin causa ni concurrir a dos audiencias. Ya no es tan traumático como antes, cuando ante la petición unilateral de divorcio previo a los tres años de separación se debía invocar una causal como adulterio, abandono del hogar o injurias graves", apunta Eliana Groisman, abogada que llevó el primer divorcio con el código actual. 



6. Sin lugar para la catarsis. La nueva manera de divorciarse dejó a la ex pareja sin un ámbito para dirimir las broncas y frustraciones que generan una ruptura matrimonial, un fracaso o un engaño. Aunque ésa no es su función, los juzgados de familia terminaban actuando como espacios de catarsis. Como era un proceso largo, les daba tiempo a las partes para elaborar la crisis y hasta rearmarse. Ahora, en casos de infidelidad, toda esa carga emocional que siente la parte engañada no tiene un ámbito imparcial donde volcarse. "No todos los divorcios son de común acuerdo ni se plantean tan civilizadamente como propone el código. Esto se traduce en un aumento de la violencia intrafamiliar, donde los hijos llevan la peor parte. Hoy no hay un ámbito de contención para dirimir los conflictos familiares y sin llegar a la justicia penal", opina el abogado Leonardo Glikin.



7. Menos estresante y más redituable. "El divorcio dejó de ser una fuente de chantajes y largos pleitos", dice el abogado Osvaldo Ortemberg. Al sacar las causales de divorcio y al eliminar la fidelidad como un deber legal dentro del matrimonio, los impulsores del nuevo código aseguraban que el divorcio iba a ser menos conflictivo. A priori, es cierto. Al menos, en apariencia. Los abogados de familia dicen que en los tribunales se respira otro aire. "Antes teníamos que citar testigos de una y otra parte que terminaban exponiendo ante el juez las miseria de la vida conyugal, por ejemplo que uno de los dos no tiraba la cadena cuando iba al baño, o qué no hacía en la cama. Tramitar un divorcio demandaba mucha preparación y mucho estrés. El momento de la audiencia era sumamente tenso. Hoy todo eso cambió", apunta Groisman. "Es cierto que quizá lo que antes como abogados nos demandaba varias semanas de trabajo para armar una estrategia hoy se resuelve en una o dos jornadas con el armado de la petición de divorcio", confiesa otro abogado consultado.



8. Un final abrupto. "El acto de entrada al matrimonio tiene un carácter ceremonial muy fuerte para los cónyuges, pero la salida, en general, no. Sobre todo ahora que los divorcios son más rápidos. Hay una cuota de mucho estrés para la pareja en el fin de la relación y el fracaso del proyecto en común. Y al tener un cierre veloz queda flotando puertas adentro. Es bueno tener un ritual de salida del matrimonio. Hay jueces que ni siquiera convocan a una audiencia a las partes para dictar el divorcio. Lo que tenemos que lograr en el sistema de familia es buscar que el juez sea un coordinador. El apuro por sacarse el expediente de encima no sirve", dice Molina.



9. Lo mío es nuestro. Pese a que el Código Civil actual prevé que las parejas que se casan puedan optar por compartir sus bienes o hacer un inventario de lo que trae cada uno al momento del matrimonio, son muy pocos los que optan por el régimen de separación de bienes al momento de casarse. "En general, ocurre cuando se trata de un primer matrimonio y las partes llegan sin hijos ni bienes significativos. Cuando son segundas nupcias, la lógica diría que más personas optarían por el sistema de división de bienes o un contrato prenupcial. Pero no. Y después lo lamentan al momento de separarse", dice Glikin.

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