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La ceremonia de ayahuasca VIP que acabó de la peor manera

Fue organizada en el delta del Tigre por el reconocido galerista de arte Ignacio Liprandi: un aborigen de la selva peruana la ofició. En el curso de la noche, tres chicas fueron atacadas.

El 11 de enero de 2014 por la noche, en el living de la  casa rústica de Ignacio Liprandi del arroyo La Horca del delta del Tigre, en la zona del Paraná de las Palmas, presentó ante una docena de jóvenes lo que fue quizás su más exótico hallazgo: un aborigen de la selva peruana, miembro de la etnia shipibo. Un chamán. De baja estatura, con un español escasamente incomprensible,Plácido Rodríguez Castro venía del poblado de San Francisco, en plena Amazonia. Liprandi lo había conocido meses antes, en una suerte de peregrinación psicodélica. El chamán Plácidollegaba como un supuesto sanador, envuelto en un aura mística, para administrar lo que era su medicina de la jungla; una dosis de ayahuasca, el poderoso alucinógeno líquido que induce visiones fantásticas y supuestas transformaciones en la psiquis, en una ronda ritual que duraría toda la noche. No se trataba de drogarse por amor a la droga; había un componente espiritual, una misión interior, al menos en teoría.





Para esto, Liprandi reunió a su audiencia, la mayoría de clase media alta, entre ellos artistas, aspirantes a místicos, seguidores de terapias alternativas. Los había convocado vía mail, cobrándoles 750 pesos por la experiencia, almuerzo incluido. "Hola amigos lindos, el sábado 11 de enero compartiremos un nuevo fin de semana con la Madrecita -un eufemismo para referirse a la ayahuasca- en el Delta, esta vez junto a Plácido Rodríguez Castro, chamán shipibo del Amazonas peruano a quien conociera en su tierra en julio pasado", les escribió Liprandi en un correo en cadena a unos pocos.



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