#NiUnaMenos

A un año de la primera marcha, impulsan una carta para ser leída en las escuelas

Docentes del sindicato porteño Ademys impulsan una carta que será leída establecimientos educativos este 3 de junio con motivo del aniversario de #NiUnaMenos y la movilización que se reeditará en las plazas del país.

Docentes de la agrupación de mujeres Pan y Rosas junto a otras agrupaciones decidieron impulsar desde la comisión de mujeres de su sindicato una carta para que sea leída en todas las escuelas del país en el aniversario de la histórica movilización por #NiUnaMenos.



Propuesta Carta de la Comisión de mujeres trabajadoras de la educación de Ademys para ser leída en las escuelas en el aniversario de la histórica movilización del #NiUnaMenos



“A los/as trabajadores/as de la educación, familias y comunidad educativa.



A casi un año de la enorme movilización convocada el 3 de junio del 2015 bajo el lema “Ni una menos”, a lo largo y a lo ancho de nuestro país, las cifras de mujeres víctimas de los femicidios continúan siendo alarmantes.



Hoy queremos hacer este llamado a la reflexión, porque nuestras escuelas pueden ser un espacio de aprendizaje que nos permita cuestionar las normas sociales y las desigualdades de género, porque la violencia que enfrentan las mujeres día a día nos atraviesa a tod@s no solo como mujeres, también como docentes de nuestras alumnas, madres, hermanas, primas, hijas y compañeras. La escuela tiene un rol importante en promover la organización contra la violencia machista en todas sus formas.



En el 2015, el NI UNA MENOS fue la exigencia de cientos de miles contra los femicidios y la violencia de género. En nuestro país, una mujer muere cada 30 horas por el sólo hecho de ser mujer. Esta situación generó un enorme repudio por parte de toda la sociedad que se replicó rápidamente en las redes sociales bajo la consigna #Ni Una Menos. Así, comenzó a construirse una de las concentraciones más grandes de la historia reciente y que tuvo su expresión el pasado 3 de Junio, poniendo de manifiesto este flagelo naturalizado, pese a su carácter siniestro.



Para nombrar solo algunos datos, entre 2008 y 2014, los medios publicaron noticias sobre 1.808 femicidios. En 2015 hubo 286 femicidios y en los primeros cien días del 2016, se contabilizaron 66 nuevas muertes de mujeres que se enfrentaron a la violencia machista y perdieron su vida a manos de un varón que las creyó de su propiedad.



Pero cuando hablamos de violencia de género, no estamos hablando de casos aislados; no se trata de limitar la violencia machista a hombres que ejercen tal o cuál acto violento. Nos referimos a una larga cadena de violencias ejercidas contra las mujeres sólo por su condición de mujeres. Las violaciones y abusos, los maltratos y los golpes, el desprecio y la humillación, son mucho más habituales de lo que podemos pensar y, en la mayoría de las ocasiones, son hechos silenciados.



Pero con esa “larga cadena de violencias” también nos referimos a las cientos de mujeres que mueren por las consecuencias del aborto clandestino; las que son secuestradas y explotadas por las redes de trata que tienen de cómplices al estado, los funcionarios políticos y sus fuerzas de seguridad. Son miles las desaparecidas en esta situación, diariamente se reportan entre 3 y 4 desapariciones, muchas de ellas son nuestras alumnas y la mayoría de las que pudimos rescatar fue gracias a la movilización de docentes, estudiantes, familias del barrio y vecinos.



Nos referimos, también, a nuestras condiciones laborales, a la precarización, a los mensajes machistas de los medios de comunicación y sus campañas publicitarias, a los mandatos de la Iglesia, la falta de oportunidades para la educación y el trabajo, el pago de un salario menor por el mismo trabajo que realizan los varones, el acoso sexual en los lugares de trabajo y otras condiciones desiguales que sufrimos por ser mujeres y trabajadoras.



Este año, sin ir más lejos, una joven tucumana- Belén- fue condenada a ¡ocho años de prisión! por un aborto espontáneo en un hospital, transformándose en otro motor para la movilización y generando una gran campaña en muchas provincias pidiendo por su libertad.



Entonces cabe preguntarnos, ¿quiénes son los responsables?, ¿el sistema que condena a miles de mujeres a condiciones de violencia?, ¿el estado, sus gobiernos e instituciones?, ¿es sólo una problema cultural?



Más allá de abrir interrogantes para una problemática que nos atraviesa diariamente, podemos decir que la violencia de género, extendida en las escuelas y en la relación con las familias y la sociedad, puede imponer muchos obstáculos para que podamos desarrollar la labor educativa. Sin embargo, la escuela puede transformarse en un espacio que nos permita hacer cuestionamientos, informarnos, saber por qué surge y cuáles son sus consecuencias. Es imprescindible que los planes de estudio puedan integrar debates sobre este tema. La violencia en todas sus formas atraviesa nuestras prácticas, afecta a la asistencia, el aprendizaje y la finalización de todos los estudiantes y tiene repercusiones negativas más amplias para las familias y las comunidades: esto revela que la principal violencia proviene del Estado.



¿Cuántas veces se nos acercan mamás pidiendo ayuda ante situaciones de violencia, muchas veces hasta sintiendo vergüenza de su situación?, ¿Cuántas veces nuestros alumnos nos cuentan por lo bajo situaciones de violencia en sus hogares pidiendo por favor que no lo contemos por miedo? ¿Cuántas veces son nuestras propias alumnas las que se ayudan entre sí y se aconsejan para defenderse de un noviazgo violento?, ¿Cuántas veces aceptamos el abuso por miedo a una represalia, un despido, una sanción o simplemente a ser juzgadas?, ¿Cuántas veces salimos a buscar a nuestras alumnas que desaparecen?, ¿Cuántas veces cubrimos a nuestras compañeras en sus aulas porque han sido víctimas de violencia en sus casas? Sos vos, soy yo, somos todas.



Queremos que esta jornada sirva para exigir y organizarnos alrededor de lo que nos pasa y entender que es un problema que traspasa los muros de cada casa, cada pareja, cada lugar de estudio y de trabajo, porque sólo así, sólo animándonos a gritarlo es que dejaremos de ser víctimas y estaremos en mejores condiciones para ir por la conquista de todos nuestros derechos.



Este 3 de junio se cumple un año de aquella movilización que tuvo a las mujeres como protagonistas y fue un grito colectivo contra la violencia de género. Hoy, en nuestras escuelas, podemos referenciarnos en aquella histórica concentración en las calles y darnos un espacio para reflexionar y organizarnos.



Llamamos a toda la comunidad educativa a reflexionar e impulsar jornadas contra la violencia hacia las mujeres en cada escuela y a continuar movilizándonos junto a estudiantes, otras trabajadoras, madres, amas de casa,  al grito de "Ni una menos".

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