Ahora entiendo todo

Por este motivo no bajás de peso cuando hacés dieta

Si estás harto de no poder bajar de peso tras haber probado varias dietas, esta nota es para vos.

En tanto tiempo, ¿quién de nosotros hizo al menos una “dieta" para bajar de peso sin obtener resultados?, ¿quién no pensó “yo no puedo bajar, ¿mi cuerpo no me lo permite”?. A esta última pregunta, según publica TN.com.ar, se le pueden dar dos respuestas muy alentadoras.



La primera: solo un porcentaje muy bajo de la población tiene dificultades hormonales para bajar de peso corporal y, en general, quienes las presentan lo saben y ya están medicados en consecuencia. Segundo, si estás “a dieta” y no bajás, hay algo que estás haciendo mal. Entonces, existen varias causas comunes por las que una persona que se esfuerza por bajar de peso no suele tener los resultados deseados:



1. Métodos de cocción de alimentos: Es el punto más común y, por lo general, el que menos se tiene en cuenta. Al cocinar un alimento en un recipiente que contenga un elemento graso (aceite, manteca, etc.) incrementás muchísimo su valor calórico y, por supuesto, su valor graso.



Ejemplo: una milanesa de 200g tiene, aproximadamente, 300-320 calorías con un valor bajo de grasa (10-12 gramos que varían según el corte de carne utilizado). Al cocinarlas en aceite (sea fritas o al horno), absorben entre un 10-20% de su peso en grasa, incrementando su valor calórico en 180-360 calorías.



2. Fines de semana: cuidarse de lunes a viernes para “permitirse” todo el fin de semana es, quizá, una forma de mantener el peso, pero no sirve para perderlo.



3. El entrenamiento da hambre: entrenás para perder peso y cuando volvés a casa, como se te abre el apetito, comés “de más” compensando las calorías perdidas en la sesión de actividad física.



4. “La copita de vino” o “El vasito de cerveza”: toda bebida alcohólica tiene un aporte elevado de calorías vacías (no útiles al organismo), consumirla eventualmente no sería un problema, pero cuando se hace todos los días, se transforma en un hábito que eleva el consumo diario de calorías, haciendo que un plan de descenso sea cada vez menos efectivo.



5. Los “gustitos dulces”: estos suelen ser alimentos con mucha “densidad calórica” (muchas calorías en poco tamaño), por lo que es difícil calcular cuánto deberías ingerir y, al igual que en el ítem anterior, la dificultad no se presenta cuando el consumo es esporádico, sino cuando se hace periódico.



6. La comida de los chicos: en general, chicos y adultos se alimentan de una manera diferente. Es mucho más habitual ver a un chico comiendo salchichas, hamburguesas, galletitas o alfajores que a un adulto. El problema se presenta cuando el adulto realiza dos intervenciones:



a. En cada comida consume lo que el chico deja en el plato al terminar, haciendo así una “doble comida” y siendo la segunda, por lo general, más pequeña, pero de menor calidad.



b. “Picotear” los alimentos que tienen en la casa para que consuman los niños (galletitas, alfajores, chocolatada, etc) que no son los más adecuados para el objetivo de pérdida de peso



7. Las salidas a comer: en estas situaciones se presentan dos conflictos que no suelen tenerse en cuenta:



a. Por lo general no conocés el método de cocción al que se someten los alimentos, los cuales suelen incrementar el valor graso de los mismos y, por ende, su valor calórico.



b. El tamaño de las porciones: por lo general, cuando “pedís comida”, los tamaños de los platos no son “de dieta”, por lo que deberíams buscar alternativas, ya sea pedir que te envuelvan lo que no correspondía que comieras y reutilizarlo en otra comida, o bien, compartir el plato con otra persona si es que salís acompañado.



Estos son algunas de las situaciones que se van dando en el consultorio a diario y que, al ser “hábitos”, son difíciles de ver y de corregir, pero una vez que las ves y les empezás a prestar atención, todo se hace mucho más sencillo. 

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