Club del Morfi

Especialista en cantinas y sandwicherías barriales
#CríticaGastronómica

Rotisería Álvarez: caripela para el bolsillo de cualquiera

Puntuación: 3 de 5 cubiertos. Los gordos del club del Morfi fuimos a un clásico del centro pero no sabíamos que tanta popularidad nos iba a descoser los bolsillos.

El gordo Pureza soñaba con este lugar desde que tenía 5 años y tuvo su primer empacho con una pizza de salame y panceta.  Rompió todos los huevos para ir a este restaurante que podríamos haber hecho una tortilla. Pero le hicimos caso y nos mandamos al lugar ubicado en Buenos Aires y San Martín.



Para él este lugar era “el restaurante”, ideal para que un salteño promedio vaya a pedirle casamiento a su novia. La emoción de Pureza se notaba en toda su cara cuando llegamos. Pero se fue en dos segundos cuando abrió la carta y vimos los precios.





El lugar es agradable, cómodo y hasta tenía un Led curvo para ver un partido de fútbol. El mozo, de una edad avanzada, con el clásico uniforme, nos atendió muy bien, nos trajo el pan (medio flojo) y las salsas que estaban ricas. Nos recomendó que comamos los platos elaborados. Tuvimos que tomar valor, porque cada plato promediaba los 200 pe, una barbaridad. 



Lo que pedimos fue: matambre al roquefort con papas españolas, milanesa rellena con puré y pollo al champiñón con papas noisette. El primero, estaba muy bueno, la carne era muy tierna y el gordo que pidió esto no llegó a terminar el plato. Sobre la mila rellena, pensábamos que iba a estar rellena de jamón y queso, pero tenía todos los ingredientes: aceituna, pimientos, cebollas; parecía un ternero rebozado de grande que era, también estaba muy rico.







 



El tercer plato, es el culpable de romperle el corazón al gordo Pureza que estaba muy ilusionado con salón Alvares. Cuando llegó el plato, el dogor puchereó porque la salsa de champiñones no tenía crema. Pero lo que le causó toda la bronca a este pobre mamut es que la porción de pollo era minimalista, parecía una palomita y no un pedazo de pollo. Comió indignado y se quedó idiota mientras jugaba con las papas en el plato. Renegó incluso después del postre que comimos; un flan y un budín de pan con crema. Esto fue lo que nos terminó de romper el cu…el bolsillo.





 

Gastamos 300 pesos cada uno con una gaseosa y una cerveza, nada barato, hay otros lugares que parecen más caros por la zona y la decoración pero que se come mejor y más barato. Las apariencias engañan y no engordan. 




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