El peor festejo

La postal más desgarradora del humilde último adiós a Cintia Tapia

Los restos de la joven mamá salteña asesinada en el dique Cabra Corral fueron sepultados ayer, tras una procesión por barrio Unión, donde vivía.

A Cintia Tapia tuvieron que velarla a cajón cerrado. Era cruel y desgarrador que todos vieran su rostro destrozado a cascotazos y la mandíbula rota, a causa de la violencia de alguien que se ensañó inexplicablemente contra ella. Hace unos días nomás se había despedido de su vecina más querida, con una sonrisa, feliz de disfrutar un momento con sus amigos. Fue la última vez que la vieron con vida. 



El sepelio de Cintia fue ayer, unas horas después de conocerse la identidad de su supuesto asesino. Ramón Chocobar, su ex novio, que vivía a pocas cuadras de su casa en Unión. Por las calles de ese barrio desfilaron sus restos antes de ser enterrados.



Fue elección de sus amigos y familiares llevar el cajón, a pie, por las cuadras que a diario supieron ver a la joven mamá yéndose a trabajar. No volverá nunca más. 



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