Miguel Isa

Vicegobernador de la Provincia
Se mueve el justicialismo

Urtubey como constructor de la Densidad Nacional

No es habitual ver a Durán Barba tan seguido en los medios. Estos días sin embargo apareció repetidas veces para explicar asuntos sobre un nuevo libro que publicó y también para incluirse en el debate nacional preelectoral. En el ambiente político hay ya una certeza, que viene de las investigaciones de campo y las encuestas: el Pro es más fuerte administrando la confrontación política con el pasado que ordenando con eficiencia la economía argentina.



Tal vez por eso, el “gurú” del macrismo se ha visto impulsado a buscar los medios para reponer la idea, que les funcionó bien en la campaña de 2015, de que la Argentina todavía se debate entre el pasado K y el presente de Cambiemos. En el fondo, esa salida menos creativa que antes, esconde una situación más de fondo, que también aparece en los estudios de percepciones profundas de la sociedad: el proyecto gobernante no ha sabido conectar al pueblo argentino con un horizonte de sociedad y país creíble, razonable y seductor, a la vez. Es decir, se dictan medidas, se hacen ajustes, suben las tarifas, se anuncia más obra pública, pero no se sabe estrictamente para qué, ni a dónde nos conduce eso.



La política es un hecho de ritmos también. Hay cosas que repentinamente se detienen o se aceleran. Y la pregunta frecuente hoy en el ambiente político es: ¿en qué momento y desde dónde vendrá el reordenamiento y la renovación que necesita el justicialismo? Los salteños ya hemos empezado a responder esta cuestión, en los hechos.



Semanas atrás el Partido de la Victoria (PV) decidió salir del Frente Oficialista, pero lejos de generar un cisma el hecho se convirtió en una señal alentadora porque el grueso de su dirigencia decidió continuar apoyando el Proyecto de Nación que se gesta desde Salta y tiene a Juan Manuel Urtubey como su conductor. En otro momento, hubiera primado el cálculo electoral coyuntural, la dirigencia amplia del PV habría optado por el reacomodo y la negociación interna por mejores espacios y candidaturas; pero no ocurrió eso, sencillamente porque es otro tiempo el presente.



La fuerza del proyecto nacional fue suficiente para diluir las diferencias circunstanciales y para que la gran mayoría de dirigentes se encolumnen detrás del liderazgo de Urtubey. Es una lástima que la dirección del PV de Salta no haya sabido interpretar que no estamos ante un momento electoral tradicional, sino ante un proceso más amplio de acumulación social y política que se empieza a manifestar con implacable energía. Y es bueno que eso haya ocurrido en nuestra provincia porque así se empieza a despejar la incertidumbre: una notable mayoría de la dirigencia del PV de Salta continúa firme dentro del flujo histórico justicialista representado por Urtubey. Desde Salta, el justicialismo empieza a dar señales claras de que se puede resolver con unidad ese “instante de incertidumbre” que vivimos.



El pensador Aldo Ferrer señaló como una falencia de los argentinos, la falta de voluntad y acierto de la clase dirigente para constituir eso que llamó la “Densidad Nacional”. El país se ha ido desarrollando en movimientos pendulares que privilegiaban unas veces la cohesión y la movilidad social y otras la estabilidad institucional.



En los últimos 15 años, Argentina vivió un periodo de enormes transformaciones debido a un contexto internacional favorable y a la recuperación del Estado Nacional como guía del desarrollo; sin embargo, esta oportunidad histórica despertó también una serie de tensiones surgidas debido a la implementación de formas de gobierno propias de un liderazgo político firme, pero que dañó la calidad de nuestras instituciones. Esta realidad generó una situación donde los argentinos no tuvimos una visión compartida de futuro.



Las peleas de la clase política, las divisiones y el deterioro de los indicadores sociales son evidencias irrefutables de ello.




La Argentina necesita un nuevo liderazgo político que logre persuadir a amplios sectores de la sociedad, que impulse una visión de desarrollo compartida y gestione las tensiones con apertura y firmeza, fortaleciendo la institucionalidad del sistema democrático. Un proyecto que incluya, claro está, a las provincias del norte, la región más postergada de nuestro país, con quien el Estado Nacional tiene una deuda moral innegable.




Juan Manuel Urtubey representa exactamente eso. Es el único líder de dimensión nacional capaz de unificar la fuerza popular del justicialismo con una visión de desarrollo que potencie la institucionalidad Estatal. Ese es el sentido del posicionamiento que asumió después de las elecciones generales de 2015: romper con esa tradición del justicialismo de jugar al “oposicionismo”, abriendo un compás de espera democrática para que el proyecto ganador de las elecciones gestione el Estado, como lo decidieron los electores con su voto.



Hoy la dinámica política electoral pone en marcha nuevamente un proceso que naturalmente es para el justicialismo una nueva oportunidad de renovación. Lo sucedido con el PV, es una primera señal de que Juan Manuel Urtubey puede ser el líder que logre fusionar virtuosamente la genética popular del justicialismo, con la racionalidad institucional que se necesita para gestionar a la nación argentina.



En palabras más claras, ese horizonte de país y sociedad razonables que el actual proyecto gobernante no puede darle a los argentinos, un justicialismo liderado por Urtubey sí puede concretarlo porque se erige desde una idea de renovación fuerte del justicialismo, donde el ímpetu popular se equilibra con una necesidad de potenciamiento institucional del Estado argentino. Empieza a moverse el justicialismo, empieza moverse una visión moderna del proyecto de todos los argentinos y ese movimiento viene del norte. Desde nuestra “Salta la Linda” sigue consolidándose el liderazgo de Juan Manuel Urtubey, capaz de ser una fuerza renovadora y constructora de la tan necesaria “Densidad Nacional”.

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