Según la BBC

Qué hay de real y qué de exagerado en la "epidemia de inseguridad" por la que protesta Argentina

A juzgar por lo que se ve en la televisión local, Argentina es un país peligroso. Peligrosísimo.

Pero no sólo es la televisión: tan pronto uno se baja del avión, el argentino le recomienda al extranjero "no sacar el celular en la calle", "cerrar las persianas de la casa", "no caminar de noche".



Aunque es uno de los países con menos homicidios de América Latina, Argentina tiene una de las tasas más altas de asaltos.



Y, tras una serie de dramáticos casos que se volvieron famosos, la inseguridad volvió a ser la mayor preocupación de los ciudadanos, según recientes encuestas.



Este martes, la indignación se traducirá en una nueva protesta en Buenos Aires, donde diversas organizaciones sociales convocaron a una marcha bajo el lema "Para que no te pase".



Los manifestantes dicen que protestan "contra la inseguridad, la injusticia y la impunidad, para pedir prevención y control, abogado para las víctimas, registro de víctimas, justicia justa y penas que se cumplan".



Según recientes las encuestas, pocos argentinos confían en las autoridades o sienten que el Estado responde a la inseguridad.



Sin embargo, no es la primera vez que hay indignación ni que se protesta por esto.



A pesar de que el gobierno del presidente Mauricio Macri ha aumentado la vigilancia y los controles en fronteras y ciudades hasta niveles inéditos, para los expertos consultados por BBC no está claro qué cambió exactamente en los últimos 10 años: Argentina, en efecto, se ha mantenido como uno de los países menos violentos de la región.



Las cifras de un país seguro



En Argentina hay más suicidios o accidentes de tránsito letales que homicidios dolosos, un dato que sólo registran aquellos países que los organismos internacionales no consideran como inseguros.



Según cifras divulgadas por el Ministerio de Seguridad en abril, en 2015 hubo 6,6 homicidios cada 100.000 habitantes, una reducción del 12% desde 2003, cuando la violencia llegó a tope, en medio de una fuerte crisis económica.



En cambio, el promedio de homicidios en América Latina es de 23 por cada 100.000 habitantes, según el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).



Incluso en la provincia con más homicidios de Argentina, Santa Fe (al norte de Buenos Aires), donde el gobierno envió 6.200 agentes federales en una medida de emergencia la semana pasada, las cifras están muy por debajo del promedio latinoamericano: 12 homicidios por cada 100.000 habitantes, según reportes oficiales.



Homicidios es la tasa que más se maneja internacionalmente para contabilizar la violencia, porque es la más grave, es irreparable y, sobre todo, tiene menos problemas metodológicos.



Si bien ese parámetro no es -comparativamente- tan alto, Argentina lidera la lista de países con más robos de la región, con 1.027 asaltos por cada 100.000 habitantes, según cifras oficiales.



Sin embargo, esa cifra "tiene el problema de que acá la medición considera la tentativa de robo como robo", dice Gabriel Kessler, sociólogo de la Universidad Nacional de La Plata.



"Si le sacas la tentativa de robo, tenemos una de las cifras más bajas", le dice a BBC Mundo el investigador especializado en desigualdad e inseguridad.



En el caso de los secuestros, sobre lo que la ministra de Seguridad Patricia Bullrich negó la existencia de una "ola", Argentina tiene menos incidentes: 133 en 2015; es decir, menos que México (1.888), Brasil (396) Colombia (299) o Chile(266) al año.



Los casos de un país inseguro

Encender la televisión en Argentina es encontrarse con robos, feminicidios, secuestros y homicidios dolosos o por accidente. Todos, en general, enmarcados en el problema de la inseguridad.



Los casos, que se reportan en detalle y generan prolongados debates en horario estelar, van desde el niño que mataron con un auto robado hasta el famoso que fue asaltado o asesinado o que, al parecer, se suicidó.



Recientemente han generado revuelo los casos de justicia por propia mano, en especial cuando Macri defendió a un carnicero que mató al ladrón de su tienda.



También son frecuentes los casos de abuso policial o de asesinatos de policías (mueren 35 al año en promedio, según cifras oficiales), así como los de delincuentes que reinciden después de salir o escapar de la cárcel.



La semana pasada, un video de supuestos ladrones de un banco que, encapuchados y armados, amenazaban a la policía fue discutido con furia en bares y cafés de Buenos Aires.



"¿Hasta dónde hemos llegado?", se preguntaban algunos.



Lo que hay, ¿dónde está?



La inseguridad en Argentina no está en todas partes: hay lugares tan tranquilos como Europa, pero otros con problemas similares a los de países como Chile, Bolivia o Perú.



Según el Instituto de Investigaciones de la Corte Suprema de Justicia, el 80% de los homicidios que se comenten en Argentina son entre bandas armadas en las llamadas "villas miseria" (barrios marginales), donde la ley del más fuerte determina el privilegio, el poder y el control del territorio.



"Las víctimas de la inseguridad son también las víctimas de la pobreza", le dice a BBC Mundo Matías Bailone, exdirector del organismo y profesor de criminología de la Universidad de Buenos Aires.



El experto asegura que el grado de impunidad es mucho mayor en los casos de homicidios contra personas de las clases populares.



Pero, en general, más del 30% de los casos de homicidios en el país se resuelven, asegura Bailone, una tasa mayor que la media regional de 24%, según cifras de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC).



Qué hay de nuevo

Si los números no revelan un brote de violencia y la inseguridad ha sido uno de los principales motivos de preocupación en los últimos años, ¿por qué tanta indignación ahora?



Los expertos coinciden en que en Argentina, como en muchos países, la inseguridad se reconoció como problema público en la década de los 90 y los homicidios crecieron levemente por el aumento de la desigualdad y de la desconfianza las instituciones del Estado.



Sin embargo, los analistas consultados por BBC divergen sobre lo que ha cambiado ahora.



"La inseguridad tiene múltiples usos. Puede servir para suplir una problema individual, o para pasarle factura al gobierno de turno, o para zanjar la crisis de representatividad política actual", dice Esteban Rodríguez, abogado y docente de la Universidad de Quilmes.



Para determinados sectores conservadores,el problema tiene su origen en la política de seguridad "progresista" de los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández (2003-2015), que según ellos disparó la impunidad y el narcotráfico (que, si se mide por incautaciones de droga, creció ocho veces entre 2002 y 2009, según datos de la ONU).



Muchos, de esta línea conservadora, señalan como el "padre de la inseguridad" a Eugenio Raúl Zaffaroni, abogado que ejerció como magistrado de la Corte Suprema -nominado por Kirchner- entre 2003 y 2014 y protagonizó varias polémicas en torno de condenas para ciertos delitos que fueron rebajadas.



"Nunca absolví a un homicida o a un violador porque se me dio la gana; tengo la conciencia tranquila", le dice Zaffaroni a BBC Mundo.



El hoy juez de la Corte Interamericana de Derechos Humanos tiene su propio diagnóstico de la causa de la inseguridad.



"Prefiero no hablar de 'inseguridad', sino de frecuencia criminal de delitos graves contra la vida, la libertad sexual o la integridad física, los cuales, más que un brote de violencia, son alteraciones que dependen de circunstancias no determinantes".



"Creer que se va a controlar el delito imponiendo 4 o 5 años más de pena es una ilusión que venden los políticos y los medios monopólicos, pero dista de la realidad", opina Zaffaroni.



Como él, varios analistas de línea izquierdista dicen que los medios de comunicación son "creadores de realidades" que exacerban la brecha entre la realidad y la percepción de inseguridad. Entre lo real y lo exagerado.



Y aseguran que no sólo afectan la percepción: "Hay un sentimiento de voracidad en las personas que cometen delitos para salir en televisión, para imitar al delincuente que se hizo famoso", dice Laura Quiñones, criminóloga experta en perfiles de homicidas.



Representantes de los medios de comunicación, sin embargo, disienten.



Ricardo Canaletti, un famoso periodista de policiales que ha llegado a recrear casos en un estudio de televisión, le dijo al portal Infobae que culpar a los medios de generar la sensación de inseguridad por repetir los sucesos una y otra vez es "una muletilla que proviene de algún lugar interesado en atacar a los medios de difusión".



"Creo que el público tiene la capacidad de discernir que se trata siempre del mismo hecho", aseguró.



Otros analistas van más allá del juego político y mediático. Rodríguez, por ejemplo, ha sostenido en varios libros que nuevas estigmatizaciones de determinados sectores de la población propagan la sensación de inseguridad.



"La gente no se da cuenta que al demonizar a inmigrantes o jóvenes están creando las condiciones para sentirse inseguros", acota.



"Es una estigmatización que paradójicamente puede, a través de acciones reafirmativas, terminar en violencia. Pasas de ser visto como ladrón a realmente serlo", acota.



En su historia reciente, Argentina nunca fue ni se imaginó a sí misma como una nación insegura, pero recientementelos argentinos se vieron forzados a llevar a cabo un proceso de introspección.



"La sociedad argentina tiene alta sensibilidad ante la violencia, porque tenemos un pasado de dictadura y sin inseguridad en la calle", dice Kessler, de la Universidad de La Plata.



"Aunque no aumentó el número de homicidios, en los últimos años la inseguridad llegó a lugares inéditos, como los barrios de clases medias y altas y a los pueblos y al país profundo".



"Es una realidad a la que Argentina no se ha acostumbrado".

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