Sin reacción

Ni en la obra pública se ven los "brotes verdes": la inversión cae 35% respecto del año pasado

El Gobierno reconoce que los proyectos avanzan a un ritmo más lento que el esperado. Admiten falta de experiencia entre los nuevos funcionarios y también una inesperada consecuencia de las denuncias por corrupción: hay profesionales que se resisten a poner su firma por temor investigaciones futuras.

La frustración por los "brotes verdes" que no aparecen hacía pensar que ya no se podían recibir peores noticias en materia económica. Sin embargo, en la Argentina siempre pareciera haber margen para las malas noticias.



La obra pública, convertida en la única esperanza para lograr la demorada reactivación, no sólo no está cumpliendo su rol de locomotora, sino que -de acuerdo a los últimos datos oficiales - experimenta una notable caída. 



De nada menos que del 35% en términos reales respecto a lo que ocurría el año pasado.



Los últimos datos sobre la evolución de la obra pública están circulando por los despachos de los funcionarios del Palacio de Hacienda, y causan preocupación en el ala política del Gobierno, que necesita imperiosamente de mejores noticias para llegar con las mejores chances a la campaña electoral de 2017.



A pesar de la insistencia de que existe una decisión política del más alto nivel para darle impulso a las obras en las provincias, los datos concretos (oficiales) dicen otra cosa. Básicamente, que los fondos no llegan tal como se anuncia y promete.



En concreto: las últimas planillas oficiales revelan que durante septiembre último, las transferencias a las provincias para realizar obras totalizaron $13.888 millones, por debajo de los $15.270 millones enviados en el mismo mes de 2015.



Es decir: el gobierno nacional mandó $1.382 millones menos este año (un 9% menos), aun cuando la inflación de los últimos 12 meses rozó el 40%. Y, al tomar en cuenta el efecto de la inflación sobre los menores envíos de fondos se concluye que entre un año y el otro hubo una baja del 35,2% en términos reales.



Contra lo que algún lector pueda suponer mientras lee estas líneas, acá no se trata de que haya habido problemas en un determinado momento. Al revisar los papeles oficiales surge que los recortes en las partidas de dinero para obras públicas ha sido una constante a lo largo de 2016.



Durante los primeros nueve meses del año, en total se destinaron $125.658 contra $127.404 del período enero-septiembre de 2015. En total fueron $1.746 menos. O, lo que es lo mismo, un ajuste de 1,4% a valor nominal.



Si se le descuenta la inflación queda que el recorte "real" llegó al 29,5% en los primeros nueve meses de 2016.



Los datos están incluidos en las planillas oficiales del Palacio de Hacienda, en el renglón de "gastos de capital", en donde figuran las transferencias de fondos del Tesoro a las provincias que realizan las obras públicas "en cabeza" de la administración central. O sea, las inversiones que decide y financia la Casa Rosada en los distritos del Interior.



No contemplan aquellas obras que son financiadas por las distintas legislaturas provinciales ni las determinadas por los intendentes municipales.



Las dos caras. Los números oficiales contradicen el discurso del propio gobierno nacionales en dos sentidos. Por un lado, que la realización de obras fue frenada durante los primeros meses de gestión, que se aprovecharon para realizar los lógicos balances de cualquier nueva administración. Y más aún cuando una porción importante de las obras públicas encaradas por el kirchnerismo fueron apuntadas como caños maestros para desviar dinero de la corrupción. 



Pero que, luego de esos meses revisionistas, se habían retomado. Los números revelan que, transcurrido el primer semestre, el freno se mantuvo -y hasta se afianzó- en los meses siguientes.



Por otro lado, en los últimos meses hubo sucesivas promesas de la administración de Cambiemos de acelerar la obra pública como un intento de impulsar la demorada reactivación de la actividad económica.



La idea era que, mientras el sector privado termina de hacer despegar las inversiones, la receta siguiera un camino clásico: el empuje de la obra pública como forma de inyectar liquidez, sobre todo en el interior del país, y hacer valer su condición de "locomotora" de otras actividades.



Macri trasladó sus promesas hace algunos días a la provincia de San Juan, donde lanzó obras a cargo del Estado nacional. "El trabajo se genera con transformaciones y con obras, que van a ser sinónimo de esperanza y no de corrupción. Y vamos a empezar y a terminar en los plazos establecidos", juró.



"La obra pública no tiene porqué ser corrupta", escribió días después en su página web. "El proceso contará con auditoría de la Sigen, la AGN y la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia", prometió.



A Macri, como a todos los Presidentes, les gusta destacar los trabajos concretos que realizan sus gobiernos. Solamente en las últimas dos semanas destacó las obras en la autopista Comodoro Rivadavia-Caleta Olivia y la adjudicación de las obras de cloacas en Esteban Echeverría y Ezeiza, en la provincia de Buenos Aires.



De todos modos, y al menos por el momento, los propios números oficiales le ponen paños fríos a la seguidilla de anuncios y al entusiasmo.



Los motivos del freno. La respuesta a esta situación es clave. ¿Cómo puede ser que el mismo gobierno que reconoce que hacer un poco de "keynesianismo" le vendría al dedillo para levantar la actividad económica no puede poner en marcha ese motor?



¿Qué falla? ¿Se explica todo por una cuestión de tiempos? A esta altura del año ya no parece ser una conjetura válida. O acaso se relacione con algo mucho más preocupante: ¿será la administración macrista muy deficitaria en la gestión?



En el Gobierno identifican al menos tres puntos que responden las fallas.



La primera respuesta, y más extendida, refiere a la inusual situación transitada durante los primeros años del nuevo gobierno. Lo que ya se sabe, la suspensión de gran parte de la obra pública para -supuestamente- "barajar y dar de nuevo".



El problema es que no se dio este gran paso. Y acá es donde los propios funcionarios hacen hincapie en las trabas en la ejecución de los fondos. Y que a su vez remite a dos cuestiones.



? Una falla que la explican en la falta de experiencia de los propios funcionarios públicos que tenían a cargo esas transferencias. 



"Ninguno de ellos venía con experiencia de ejecutar obra pública a gran escala. No es una cuestión menor, si uno de los focos se está poniendo en la transparencia en el manejo de los recursos. Hacerlo así es de excelencia. Es lo máximo que puede pretender una administración y estamos orgullosos de eso, pero la verdad es que esto no es poner plata de un lado del caño e ir a buscar las obras hechas del otro lado. Esto se aprende a hacerlo, pero lleva tiempo", explica de la manera más gráfica posible uno de los funcionarios a cargo.



? La otra "falla" tiene que ver con directamente con la resistencia que algunos funcionariosde línea ponen a la hora de firmar las resoluciones para que se ejecuten los fondos. Es como si habláramos del "lado B" de las denuncias de corrupción de la obra pública. 



"Está todo sospechado. La gente tiene miedo y los funcionarios (de la línea; no los políticos) responsables piensan dos o tres veces antes de poner la firma. Eso ralentiza todo el cronograma", explica el mismo funcionario, en diálogo con iProfesional, pidiendo mantener su nombre en secreto.



A punto de cumplir su primer año en la Casa Rosada, Macri no puede todavía mostrar números positivos de la economía. Al contrario, los datos sobre consumo, producción industrial, de la construcción y las inversiones privadas se mantuvieron en rojo todo el tiempo, casi sin dar señales de querer recuperarse.



La intervención del Estado se había transformado, como durante el kirchnerismo, en la punta de lanza de la mejora. El propio gobierno nacional había arriesgado que la última parte del año se transitaría con inversiones millonarias -de hasta $15.000 millones mensuales- por parte del Estado.



Por el momento, esa intención quedó fatalmente desmentida por la irrefutable realidad. Cambiemos está mostrando dificultades para cambiar. A esta altura, esa es la única ecuación que podría darle otros resultados a los ya conocidos.

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