Dura sanción

Messi se perderá entre dos y cuatro partidos de las Eliminatorias

La FIFA lo suspendería de oficio por los insultos a un asistente brasileño ante Chile y podría perderse el partido de hoy con Bolivia.

Es un hecho: Lionel Messi será castigado. Sólo está mañana se conocerá si algunas horas después podrá jugar contra Bolivia o ya comenzará a pagar sus reiterados insultos contra el juez asistente en el final de la angustiosa victoria ante Chile. La tómbola de fechas de suspensión podría ir de dos a cuatro, la pena podría comenzar hoy mismo para volver más fatigosa la altura de La Paz o desembarcar en la reanudación de las eliminatorias contra Uruguay. Parece que el capitán de la selección no tiene escapatoria y la errante Argentina en algún momento perderá a su única carta confiable en la espinosa ruta final hacia Rusia 2018.



La noticia del día obliga a hacer una cronología. Todo comenzó ayer por la mañana, cuando en la AFA ingresó una notificación de la Comisión Disciplinaria de la FIFA pidiendo informes sobre el "lenguaje ofensivo, grosero u obsceno contra los oficiales del partido" que habría utilizado Messi en el final. ¿Cuál fue el disparador para la FIFA? "La información disponible en diferentes medios de comunicación." Desde Zurich se emplazó hasta las 14.30 a la AFA para que ofreciera alguna respuesta. Desde Viamonte, con la firma de Jorge Miadosqui, se respondió que no contaban con elementos suficientes que pudiesen determinar esa conducta que se le señalaba a Messi. Pelota afuera.



Más tarde, la FIFA insistió. Ingresó otra notificación, que si bien reconocía que los cuatro árbitros brasileños no habían informado nada al respecto, el tema sembraba intrigas. Es más, en esta nueva carta, comentaba que había vuelto a consultar a los oficiales del partidos y los cuatro, por separado, el árbitro Sandro Ricci, el asistente 1 Emerson Augusto do Carvalho, el asistente 2 Marcelo do Carvalho, y el cuarto árbitro, Dewson Freitas da Silva, insistieron en que no percibieron nada extraño ni ofensivo en el comportamiento de Messi. "Al final del partido vi que se quejaba por una falta levantando sus manos y diciendo algo que en ese momento no entendí. Solamente después, y a través de la prensa, entendí que se trataba de un insulto", se limitó a ampliar el asistente con el que se cruzó Messi, Emerson Augusto do Carvalho.



De todos modos, citando el artículo 77 letra a) del código disciplinario, la FIFA le advirtió a la AFA que tenía la competencia para sancionar las faltas graves que no hubiesen sido vistas por los árbitros, y por eso le abría un procedimiento disciplinario a Messi. E instaba a la AFA a presentar sus argumentos hasta las 9 (hora de Suiza; las 5 de esta madrugada argentina) de hoy. Por eso hasta anoche eran febriles las gestiones del cuerpo de abogados de la AFA; la defensa se fundaba en que el línea no se sintió ofendido, que en el informe de Ricci ni se menciona el tema y que, incluso, el juez se despidió de Messi con un gesto paternal (caricia en la cabeza). Y algo más: invocar el peligroso antecedente de apoyarse más en un director de cámaras que en la palabra del árbitro. Sin embargo, los dirigentes argentinos eran pesimistas. El documento fue enviado antes de la hora estipulada, llevaba la firma de Javier Medín, vicepresidente del Comité de Regularización, y constaba de seis páginas.



Según diario La Nación tres videos nutren al mismo. Dos de canales españoles y otro de la TV Pública. Allí, confirman, se distingue claramente cuando Messi se dirige al línea 1 y, le grita: "La c. de tu madre". Y reitera: "Sí, a vos, la c. de tu madre". Anoche, en la AFA, más allá de imaginar maniobras por parte de la Federación chilena y alentar una caza de brujas, había desazón. Sentían que la situación parecía indefendible, que la suspensión era una sentencia. Intuían que el apuro y los breves plazos para el descargo respondían a una decisión tomada.



Llamó la atención la insistencia y el tono del reclamo de Messi el jueves pasado. Pero no hay antecedentes que habiliten a desconfiar de él, siempre dio la cara por la selección, incluso cuando le recomendaron no hacerlo. No estaba amonestado, por eso no podía estar buscando otra amarilla para no viajar a La Paz. Sí extrañó que, en estos tiempos en los que los jugadores hasta para saludarse se tapan la boca en la cancha para que nadie pueda leer sus labios, al capitán argentino no le preocupó que sus exabruptos los entendiera todo el planeta. Detrás de un gesto inmaduro se asoma el castigo.

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