Tane Da Souza Correa

Licenciado en Física

Meritocracia y Educación Pública

En esta semana se comenzó a hablar fuertemente de dos temas que plantean discusiones de gran importancia para nuestro futuro como Nación. La Meritocracia y la Universidad Pública.

El gobierno nacional dice que debemos comenzar a inculcar el valor de la Meritocracia, esto es básicamente, plantear que el “éxito” de cada persona en su vida se debe pura y exclusivamente a su esfuerzo, dedicación y aptitudes propias, lo que resumimos en una simple expresión: serás exitoso si haces mérito para ello. Esta postura se condice con el pensamiento de aquellas personas que aseguran que culpar al gobierno de la situación económica personal es un acto de inmadurez: si quiere dinero, póngase a trabajar. Sabemos que esto no es así, ya que el estado nacional implementa políticas públicas que consiguen que el mismo trabajo rinda más o menos, según se preocupe por los trabajadores o por los poderosos.



Lo escrito más arriba no es ni más ni menos que una síntesis de la filosofía PRO, capitalismo feroz en su máxima expresión. Fomentar el individualismo, la competencia y nula solidaridad, y entender el rol del estado como mero ente administrativo.



La Meritocracia se basa simplemente en una falacia, o para llamarla de una forma más coloquial, en una mentira. Esto es simple, la Meritocracia supone que todos tenemos las mismas oportunidades a priori. Como cualquier ciudadano de a pie sabe, las personas nacen con determinadas características inherentes a su clase social que hace que tengan mayores o menores posibilidades de desarrollarse. Entonces, supongamos, por más esfuerzo que haga un joven humilde de algún paraje del interior olvidado de nuestra Provincia, no tendrá de ninguna manera las mismas posibilidades de llegar al éxito que propugna la sociedad de consumo que las que tendrá un niño bien, nacido en una familia de la aristocracia salteña. Esto de ninguna manera significa que el joven humilde sea un fracasado, o no tenga mérito. Solo pone en evidencia las injusticias de un sistema cruel.



Aquí es donde entra la principal arma de igualación, o al menos de disminución de desigualdades sociales: la educación. En nuestro país tenemos, gracias a la lucha de años de nuestro pueblo, uno de los sistemas educativos superiores (universitario) más avanzados, igualadores y democráticos del mundo.



Aunque todavía una inmensa cantidad de jóvenes quedan afuera de la posibilidad de acceso a las Universidades Nacionales, se ha avanzado muchísimo en la apertura de la educación superior a los sectores históricamente postergados. Nuestras Universidades Nacionales son Públicas, Gratuitas, Laicas, Cogobernadas y por ley aprobada en Diciembre de 2015, con Ingreso Irrestricto (aunque está en la justicia ya que un Juez declaró inconstitucional esta medida). Con las numerosas desigualdades que prosiguen todavía en la educación superior, aun así, somos ejemplo en el mundo.



Darle la oportunidad a cualquier persona que desee estudiar una carrera universitaria es un deber que tiene el Estado. El Gobierno Nacional, mediante la instalación del supuesto valor de la meritocracia,  ha iniciado un feroz ataque contra las Universidades. Difundiendo encuestas tendenciosas, atacando la fundamental vinculación entre la Universidad y la sociedad (extensión), cerrando innumerables programas universitarios y disminuyendo el presupuesto universitario.



El día 12 del corriente la Comunidad Universitaria y grandes sectores de la sociedad se movilizó en masivas marchas a lo largo y ancho del país en defensa de la Educación Pública y en repudio a las políticas gubernamentales, algo que no ocurría desde el 2001.



Debemos defender la Educación Pública y Gratuita, ya que es nuestro futuro como Nación y la posibilidad de que los más humildes puedan acceder a oportunidades que de otra manera les estarían vedadas.



*Ateneo Jauretche

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