JM Chalabe

Que Pasa Salta
La Salta que atrasa

La Justicia no es para los wichís

Etnias originarias, una historia de olvido perpetuo. Otro caso que marca precedente y nada cambia.

"Perdón por tanto tiempo de olvido, egoísmo y avaricia", decía la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner en el inicio lectivo del 2009, hace más de siete años en La Puntana en el municipio de Santa Victoria Este donde una nena de 12 años sufrió una múltiple violación en noviembre del año pasado. Nada cambió.



Los pueblos originarios viven una historia de olvido, de nunca acabar. Entre la discriminación, la desnutrición generada por la mala alimentación, los escasos recursos, la falta de medicamentos y acceso a la Justicia, la media de los wichís en Salta apenas supera los 50 años.



El caso en particular de la niña de 12 años conmocionó al país. En noviembre del año pasado fue atacada por un grupo de hombres en tierras ancestrales de las comunidades Lhaka Honhat. Quedó embarazada y por cosas inexplicables que ocurren en Salta no le practicaron el aborto no punible. A los seis meses de embarazo y a pocas horas de realizarle una riesgosa cesárea, la bebé murió.



Las irregularidades abundaron pero el desprecio del Estado para con la nena y su familia fue más allá. En un contexto de pobreza y desconocimiento total, la familia de la nena no presentó ninguna petición para que acceda al aborto no punible. Los padres denunciaron la violación pero nadie informó a los padres sobre los pasos a seguir, no le hicieron una cámara Gessel porque no había ningún traductor wichí en toda la provincia, ni se le brindó ningún tipo de contención desde el Estado. “Se trata de una discriminación sistémica”, sintetizó el titular del Inadi en Salta, Alvaro Ulloa.



La denuncia recién se escuchó seis meses después. Los medios se hicieron eco. Responsables de los ministerios se pasaron la pelota. Se delegaron culpas con una liviandad que indigna. El Estado falló en materia de derecho a la salud, violencia de género, acceso al aborto y una total negación de justicia.



No basta con el ministerio de Asuntos Indígenas (que brilló por su ausencia en el caso). Los casos por desnutrición, la falta de acceso a la salud, a la educación y la justicia, la violencia de género mantienen heridos de muerte a los pueblos originarios. Son décadas y décadas de miseria, desprecio, desnutrición, muerte y olvido.



Lo preocupante es que el caso marca otro precedente sin encender la alarma de los responsables. Ya pasó Evangelina Pisco, también Evelia Murillo y Brenda. ¿Qué más esperamos? La Justicia no es para los wichís.

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