La gestión del PAMI hace agua y lo padecen los afiliados salteños

La situación que atraviesa el PAMI en Salta es sumamente delicada y su titular, Gladys "Pichona" Moisés, parece no darse por aludida. O en todo caso, sus respuestas no son tan convincentes ni satisfactorias como sus afiliados pretenden.

En las últimas semanas se multiplicaron los conflictos y los problemas son tan variados como preocupantes: los ex combatientes de Malvinas acumulan varios meses sin cobertura por inconvenientes del PAMI con el Círculo Médico (hubo una solución parcial con la Clínica Güemes); los jubilados tienen serios inconvenientes para acceder a los remedios (hubo recortes); y ahora se sumó el reclamo de kinesiólogos y fisioterapeutas, que con el nuevo sistema cobrarán $0,50 por cada sesión con los afiliados a la obra social en cuestión. No obstante, en las últimas horas se conoció el malestar de los bioquímicos salteños, que se oponen a la nueva modalidad de pago que plantea el organismo.

En todos los casos existe un factor común: la falta de respuestas concretas por parte de Moisés. La titular del PAMI suele responder que son directivas que provienen de Buenos Aires y de esa forma tira la pelota para otro lado. Precisamente, fue designada en el cargo para interceder ante las autoridades nacionales y bregar por el bienestar de los afiliados salteños. No es un cargo simbólico. Más bien todo lo contrario. Se trata de un área sensible que requiere de cintura política y capacidad de gestión.

Si hasta el secretario de Salud de la Provincia, Francisco Marinaro Rodó, se sumó a las críticas contra la gestión del PAMI y exigió un acuerdo inmediato entre la obra social y los prestadores. Según el funcionario, este conflicto provocó el colapso en los hospitales por la cantidad de afiliados del PAMI que llegan para atenderse. Es lógico, la salud no puede esperar.

Por si hiciera falta, esta semana Que Pasa Salta reveló que recientemente fueron designados en el PAMI varios empleados por portación de apellido. Nombramientos en lugares jerárquicos y con sueldos onerosos (más de cuarenta mil pesos) que generaron malestar en los empleados con más antigüedad en el organismo. La meritocracia quedará para otros tiempos.

En definitiva, la gestión de Moisés al frente del PAMI (lleva un año y medio) hace agua por todos lados y deja mucho que desear. Los conflictos están a la vista y no se avisora una inmediata resolución (kinesiólogos y fisioterapeutas apelaron a los legisladores nacionales para buscar una solución ante la falta de respuestas). Todavía se está a tiempo de evitar una crisis. La pregunta es si hay voluntad de evitarla. Es ahora cuando Moisés deberá demostrar que está a la altura de las circunstancias.