Tane Da Souza Correa

Licenciado en Física
#Opinión

La corrupción no tiene colores

Un corrupto aquí, otro allá. Unas cuentas en paraísos fiscales y unos bolsos con dólares en un convento.

Definitivamente es falso decir “todos los peronistas son corruptos” o “los macristas no roban porque son ricos”. Acusar de corruptos a todos los kirchneristas o a todos los macristas es generalizar casos puntuales, muchos o pocos, que generalmente no representan a la totalidad de los militantes políticos.



La corrupción es una enfermedad transversal a todos los partidos políticos, no reconoce presuntas ideologías, cargos ni provincias. No nació con el kirchnerismo ni mucho menos morirá con el macrismo.



Como sociedad nos debemos un debate profundo sobre este tema, sus causas, sus razones y sus actores. No podemos únicamente indignarnos por situaciones nefastas como los bolsos llenos de dólares de José López, tenemos que saber utilizar estos casos para debatir y crecer como país.



Tenemos que entender que atrás de cada funcionario corrupto, sea del color que sea, hay un empresario que paga una coima y/o recibe un favor. La corrupción no es privativa sólo de algunos políticos, necesita de una estructura inmensa atrás, compuesta por empresarios, fiscales, jueces y hasta periodistas. Todo esto forma una maraña que sólo se deja ver en algunos casos, pero que generalmente permanece en las sombras.



Es importante también debatir sobre que entendemos como corrupción. Tenemos claro que el caso de López es uno, pero por ejemplo, ¿la evasión de impuestos no lo es también? Porque es lo que ha hecho el Presidente Macri en todos estos años, llevando dinero a cuentas off shore en Panamá y Bahamas. O el ministro Aranguren, que es titular de la cartera que debe controlar a las empresas que tienen que ver con la energía, y a la vez es accionista de Shell.



Para erradicar la corrupción debemos exigirle a nuestros representantes ser rectos en el comportamiento, pero también debemos serlo como ciudadanos. Dejar de pedir favores a los funcionarios o políticos de turno, ayuda no sólo a disminuir la corrupción, sino también a mejorarnos como sociedad.



A la vez que se exija terminar urgentemente con la corrupción, hay que evitar caer en el lugar común de decir todos los políticos son iguales o tratar a todos los políticos de corruptos. Por uno, 10 o 100 no podemos dejar de creer en la única herramienta de transformación social y de igualación de oportunidades para los más humildes y postergados: la política.

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