Confesiones

Hace un año Macri decía que Trump era un chiflado y que no podía ganar

Las elecciones en EEUU tenían para la Casa Rosada, sede del Gobierno argentino, un valor especial.

Y la victoria de Donald Trump, al que el presidente Mauricio Macri conoció muy bien porque fueron socios en los 80, generó un desconcierto absoluto. Macri ha dicho que espera que los acuerdos que su gobierno ha cerrado con la administración de Barack Obama “se cumplan”. Pero su mayor esfuerzo estará puesto en recomponer una relación que alguna vez fue muy cercana pero que no terminó bien. A mediados del año pasado, antes de las elecciones que en octubre y noviembre lo consagraron presidente, Macri se refirió a Trump como un “chiflado”. Recordó entonces cómo gestionó, en nombre de la empresa de su padre, Franco Macri, un cobro de 600 millones de dólares por la venta de la parte que le correspondía en un proyecto inmobiliario que su familia tuvo con el magnate en Nueva York. “Yo compartí millones de horas con él. La verdad que yo no creo que pueda ganar una elección”, dijo Macri.



En la entrevista difundida hace un año por el canal de noticias TN Macri habla con la periodista Viviana Canosa. Se lo ve muy relajado, junto a su esposa Juliana Awada, hoy la primera dama de Argentina. “Yo tuve que firmar un contrato por 600 millones de dólares. Tenía 24 años y tuve que negociar con ese tipo que ahora es candidato a presidente, totalmente chiflado”, dice Macri. “¿Y cómo es Trump? Es así, un tipo muy exhibicionista, se peinaba igual, toda una actuación de la mañana a la tarde. La prueba está en que tuvo su programa de televisión, ese reality ridículo. La verdad que yo no creo que pueda ganar una elección, porque sus posiciones son muy extremas. Creo que le facilita la elección Hillary [Clinton]”, opina en la entrevista.



El Gobierno de Macri apostó claramente por Hillary Clinton, sin disimulo, y su derrota dejó a todos descolocados y sumidos en cálculos económicos y políticos de las consecuencias de un giro que contradice por completo la apuesta de Macri por la ortodoxia y la apertura económica. La primera reacción de Macri llegó por twitter: "Felicito a Donald Trump en su triunfo y espero que podamos trabajar juntos por el bien de nuestros pueblos". El miércoles 10, finalmente, hizo declaraciones públicas. "Espero que sigamos trabajando en esta relación constructiva, madura, inteligente, que iniciamos con Obama. Espero que continúe con el gobierno de Trump (…) Vamos con la mejor predisposición a sentarnos a dialogar", dijo.



A Macri se le cambia el rostro cuando habla de esos años de negocios millonarios con Trump en Nueva York. El recuerdo que le quedó del mundo Trump no es en absoluto positivo, a pesar de que su recorrido personal tiene algunas similitudes, ya que son dos millonarios y ricos herederos que llegaron a la política desde el mundo de los negocios.



La inquietud argentina es sobre todo económica. El apoyo de las empresas y especialmente del mundo financiero de EE UU es fundamental para el país austral, que sigue apostando por un fuerte endeudamiento y necesita cuanto antes inversión extranjera. El equipo económico de Macri está muy influido por EEUU, un país al que la mayoría de ellos viaja constantemente y en el que algunos ministros tienen sus ahorros.



La paradoja a la que se enfrenta el Gobierno argentino es que mientras Trump está apostando por limitar el libre comercio, en Latinoamérica presidentes como Macri, el brasileño Michel Temer o el peruano Pedro Pablo Kuczynski encabezan una ola a favor de la apertura comercial y del acercamiento a EE UU que no se veía hace muchos años en la región. El momento más pro-EE UU de Latinoamérica coincide así con un presidente que, al menos por lo que ha dicho en campaña, pretende cerrarse y apostar por el proteccionismo que había dominado hasta ahora la política latinoamericana.

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