Femicidio de Cintia: la preocupante indiferencia de una sociedad que está enferma

El femicidio de Cintia Tapia volvió a desnudar las falencias del Estado en todas sus aristas. El presunto homicida tenía antecedentes penales por un violento asalto a mano armada ocurrido en agosto y debería haber sido detenido antes del doloroso crimen perpetrado en el dique Cabral Corral. La Justicia, bien gracias.

A su vez, Ramón Chocobar ya había escrito sugerentes mensajes en las redes sociales y nadie tomó nota del asunto. Más aún teniendo en cuenta los antecedentes violentos del joven de 23 años: la hermana de la víctima dejó entrever que ya la había golpeado con anterioridad.

Por su parte, la sociedad se muestra indiferente ante los espeluznantes femicidios que sacuden a Salta muy seguido (ya son 18 los casos en lo que va del año). La opinión pública se ve conmovida de a ratos y muchas veces se termina estigmatizando a la víctima, quedando relegado el victimario increíblemente a un segundo plano. 

Los salteños se involucran muy poco en la cuestión y miran con indiferencia a los familiares de las víctimas contra la impunidad que marchan todos los viernes en la Plaza 9 de Julio. Ven los casos como aislados y lejanos, y no toman dimensión que el día de mañana le puede tocar a cualquiera. Vivir en comunidad tiene que ver también con el compromiso hacia el prójimo.

Sin ir más lejos, mientras el cuerpo sin vida de Cintia yacía en cercanías al dique Cabra Corral, otros jóvenes seguían de fiesta como si nada. Una falta de humanismo y respeto que llama poderosamente la atención y que habla a las claras de lo enferma que está la sociedad. El sentido común quedó en el olvido.

Está claro que ya no alcanza con invocar el #NiUnaMenos en las marchas. Las campañas genuinas, loables y espontáneas que se llevaron a cabo hasta el momento no alcanzaron. La lucha no puede quedar en buenas voluntades e intenciones. El Estado debe poner manos a la obra y la Justicia debe ser más rigurosa. Hasta el momento los resultados son escasos o nulos. La fría estadística así lo indica: este año 18 mujeres murieron en Salta por violencia de género.