¿Al final?

El temor ya no es que el dólar suba sino que baje: se disparan los costos y hay temor por el atraso cambiario

El tipo de cambio, en términos reales, vuelve a entrar en zona de riesgo y ya se acercó al temido "1 a 1". Pese a que el BCRA bajó la tasa al ver que la inflación está bajando, las industrias y las conomías regionales atraviesan el peor momento de la era Macri. Relación peso, dólar y otras monedas.

El Gobierno, poco a poco, se fue encontrando en la encerrona que le planteó lainflación



La herencia recibida de la anterior administración –una “bomba”, según la definió el economista  Javier González Fraga- y la actualización de tarifas de servicios públicos combustibles, empujaron al índice hasta alcanzar una suba interanual del 40%. 



Las paritarias tampoco ayudaron: la gestión macrista pretendía imponer un techo del25% pero los gremios ya lo sobrepasaron, llevando el promedio a un nivel cercano al 30%. 



Pese a estos precedentes, en el Gobierno aseguran que la inflación ya comenzó a ceder. Y como prueba para refrendar esto, el BCRA recientemente avanzó con una baja de tasas que toma como parámetro el mercado, confiando en que lo peor ya pasó. 



En su informe, la autoridad monetaria hizo referencia de manera bien clara a que la inflación ya muestra signos de desaceleración, si bien se sabe que en el seno del macrismo hay una continua pulseada entre Federico Sturzenegger y el ministro Alfonso Prat Gay, quien busca apurar la recuperación de la economía y bajar el costo del dinero. 



Más allá de estos rumores de pasillo, la realidad es que los empresarios que dependen del negocio de la exportación o que deben competir con producción importada, hoy enfrentan el peor tramo de la era macrista. 



Pese al esfuerzo que el Ejecutivo pone en comunicar que la inflación está en baja, el sector productivo recién está asimilando las fuertes subas de costos de los dos últimos meses, especialmente en rubros como energíacombustiblemano de obra logística



Todo esto, con un agravante: el macrismo se vio forzado a colgarle al dólar una cadena a modo de ancla para que haga el trabajo de ayudar a contener el índice de precios. 



Tras haber arañado los $16 allá por fines de febrero, el billete verde se embarcó en una travesía descendente hasta acercarse más a los $14,



Esta baja básicamente se fue dando a raíz de tres causas:



-Por el mayor ritmo en la liquidación de granos (que venía retrasada por las lluvias e inundaciones). 



-Del lncremento en el nivel de colocaciones de deuda de provincias y empresas  (al pagar menores intereses tras la salida del país del default) 



-De las elevadas tasas de interés que se ofrence para títulos en pesos (tal como sucede en el caso de las Lebac, que le restan demanda al dólar).



Preocupa la competitvidad cambiaria. Este doble efecto, de costos en alza y un dólar más barato en términos nominales, está teniendo impacto en la matriz productiva. 

De hecho, son cada vez más las cámaras empresarias y economistas que alertan que la competividad cambiaria comenzó a erosionarse a paso firme. 



“Claramente, el Banco Central eligió hacer política monetaria y no cambiaria. Su preocupación principal es contener la inflación”, sintentizó Esteban Arrieta, analista de Economía & Regiones. 



El experto observó que esta estrategia oficial, tras la fuerte presión que ejercieron los costos, está a deteriorando la competitividad del tipo de cambio, una de las variables a las que más apostaba el macrismo para reactivar la industria y generar divisas vía exportaciones



Salvador Di Stéfano, consultor con prédica en el sector agroindustrial, trazó un diagnóstico similar: “El Gobierno de Macri se jugó por el tipo de cambio bajo. Está empeñado en dejar al dólar en los niveles actuales para tratar de bajar la inflación”. 



Al debate se sumó Jorge Vasconcelos, economista de Fundación Mediterránea, quien señaló que pese a la devaluación de diciembre, "la Argentina aún enfrenta severos desafíos de competitividad, ya que el país sigue siendo caro en dólares”. 



Cuán caro es un debate extenso y enrevesado, porque depende del prisma con el que se analice y del sector que se considere. 



Lo que sí está claro es que la situación actual vuelve a reeditar la discusión que se diera en diciembre de 2015, cuando Prat Gay propició el salto del dólar. 



En esos momentos, había una fuerte pulseada entre los “gradualistas”, que pedían una suba escalonada del billete verde, y los partidarios del “shock”, que recomendaban recuperar terreno en una única y fuerte corrección. 



“Cuanto más arriba se hubiese llevado al dólar, menos daño habría sobre la competitividadfuturo. Por eso creo que hubiese sido mucho mejor partir de un precio del dólar más alto”, es la controvertida conclusión de Di Stefano. 



Para Vasconcelos, en base al último Big Mac Index –relevamiento que considera el precio de la clásica hamburguesa en distintos países del mundo-, habría un desfasaje de $5 entre el tipo de cambio actual y el llamado "de equilibrio"



En el caso del sector industrial, la Cámara Metalúrgica de Córdoba acaba de trazar su propia estimación: considera que se requiere de un billete verde $18 para recuperar dinamismo exportador y poder hacer frente a la competencia importada.  



La danza de cifras está a la orden del día. Pero en lo que sí hay consenso es que la inflación y la baja del tipo de cambio en términos nominales provocó un empeoramiento para las empresas que deben hacerse de un lugar en los mercados mundiales.  



“La devaluación de fines de 2015 está siendo erosionada por la magnitud de las subas de precios y de salarios, haciendo que la variación del billete verde, en términos reales, haya sido hasta el momento del 25%” y no de casi 50%, según Vasconcelos. 



Para el experto, “se trata de un nivel magro si se tiene en cuenta que el tipo de cambio bilateral del año pasado se ubicó exactamente en el nivel del fin de la convertibilidad”. 



¿En qué nivel está hoy? Para medir el nivel de competitividad cambiaria de la economía, los analistas tienen en cuenta tres indicadores: la relación con el dólar, con el real brasileño y con la canasta de monedas de países con los que la Argentina tiene mayor flujo comercial. Siempre en términos reales, es decir, restando el efecto de la inflación



Y la realidad es que en los tres frentes el escenario hoy luce más deteriorado que en diciembre pasado e, incluso, que tras la devaluación propiciada por Axel Kicillof, allá por enero de 2014.



Si se considera la situación cambiaria con Brasil se obtiene que mayo arrojó una relación de $1,55 por real. 



Esto implica un deterioro del 25% del registro de febrero de 2014, tras el salto del dólar durante la era K, cuando estaba $2,10. 



“El panorama que hoy vemos con Brasil es realmente complicado. Si bien el real se fortaleció en los últimos meses, lo cierto es que se viene debilitando en los últimos años. Esto, sumado a que su economía se encamina a caer otro 3,5%, afecta a todas las empresas argentinas que exportan a ese mercado”, planteó Arrieta, de E&R. 



El siguiente cuadro permite apreciar cómo el factor cambiario se fue deteriorando respecto de la nación que conduce Michel Temer: 





Si se considera la relación peso-dólar (siempre descontando la inflación), continúan las malas noticias: en marzo, la ecuación era de $1,33 por billete verde, el nivel más ventajoso para laArgentina en 70 meses. 



Sin embargo, la suba de precios y la baja nominal de la divisa estadounidense llevó la relación a $1,17 por dólar.



No sólo se trata de un valor por debajo del alcanzado por Kicillof con su "devaluación veraniega". También es una cifra que se vuelve a acercar a la temida paridad “1 a 1” (ver cuadro). 





El deterioro con el real y el dólar, según Arrieta, “influenció en el indicador que compara la competitividad cambiaria argentina en función de la canasta de monedas de los países con los que más comerciamos”. 



Es cierto que el indicador hoy luce un poco mejor que a principios de diciembre, justo antes de la corrección con la que avanzó el macrismo.



Pero también es verdad que el nivel hoy está peor que el que había a fines de 2013, cuando el atraso cambiario se había hecho insostenible para el Gobierno de Cristina: 





“Desde diciembre a esta parte hubo un cierto alivio para la industria nacional. Pero la situación ha ido empeorando. De hecho, esperamos que el tipo de cambio en términos reales se siga deteriorando aun más”, apuntaron desde la consultora. 



El problema que ven algunos economistas es que, a la par que se demora la desaceleración de la inflación, el BCRA hoy tiene dificultades para sostener el valor nominal del billete verde. 



De hecho, desde mediados de mayo intervino con cerca de u$s750 millones para evitar quesiga cayendo



Tal como señalara a iProfesional el CEO de la Cámara de Comercio de los EE.UU. en la Argentina (AMCHAM), en caso de que se concreten grandes proyectos de inversión en los próximos meses, “el problema va a ser el de una revaluación del peso”. 



Un ancla para el “Made in Argentina”. En diálogo con iProfesional, Pedro Cascales, secretario de Industria de la CAME, confirmó que “la mayor preocupación corre por el lado de la suba de los costos internos”. 



“Depende mucho del rubro, pero la cuenta que hacemos es que una empresa hoy está trabajando con una mejora cambiaria real de 20% o 25%, no más que eso. Básicamente por la inflación que ya se comió gran parte del colchón y por la baja nominal del dólar”, afirmó. 



Uno de los talones de Aquiles para la industria es el costo de la logística y el transporte



Según el índice elaborado por la Federación Argentina de Empresas del Autotransporte de Cargas (Fadeeac), en marzo el sector sufrió una suba de 10 puntos, el mayor incremento mensual en 13 años. En tanto, el acumulado anual hasta abril reflejó un salto es del 42% (ver cuadro).



 



“Esto influye en la competitividad de las industrias y de las economías regionales. La consecuencia es que enviar una carga por camión desde algunas provincias hasta el puerto de Buenos Aires termina saliendo más caro que mandar un contenedor desde China a laArgentina”, apuntó Cascales. 



En el caso de la industria vitivinícola, los empresarios trazan un balance con claroscurosdesde diciembre. 



“El negocio de exportación se volvió más atractivo tras la devaluación. Además porque nos sacaron el 5% de retenciones. La pregunta ahora es si la inflación va a seguir avanzando, porque corremos el riesgo de que se repita la mala experiencia de 2014 y llegar a fin de año peor que como arrancamos”, advirtió Leonardo Spadone, presidente de Bodegas San Huberto. 



El empresario señaló que la competitividad de la industria vitivinícola empeoró en estos últimos meses: “Estamos perdiendo margen. Los costos subieron 20% y el dólar se movió sólo 3%”. 



Desde el sector frigorífico aseguraron a este medio que el negocio exportador “perdió muchísimo atractivo” y que esto se refleja en las exportaciones, que acumulan una caída del 20%, pese a que se eliminaron todas las restricciones para vender al mundo que había fijado el kirchnerismo. 



“El dólar se abarató y el precio de la hacienda se encareció 10%. A eso hay que sumarle que un frigorífico que procesa unas 6.000 cabezas de ganado al mes ahora tiene que hacer frente a una factura de electricidad tres o cuatro veces mayor”, afirmó Miguel Schiaritti, presidente de la Cámara de la Industria de la Carne (CICCRA). 



En ese sentido, Di Stéfano apuntó que “la carne no se puede exportar porque el kilo en gancho vale u$s3,30 en nuestro país u$s2,80 en BrasilParaguay Uruguay”. 



Para los productores de fruta, el cuadro también luce ajustado y las ventas al mundo lo están padeciendo: las exportaciones de peras y de manzanas vienen cayendo cerca de un 12% en el año. 



Desde el Valle de Río Negro, Marcelo Loyarte, director de la Cámara Argentina de Fruticultores (CAFI) confirmó que “están surgiendo problemas, con un tipo de cambio cayendo en términos nominales y costos que suben al 30%”. 



“Si la fruta es de buena calidad y el mercado de destino tiene una demanda sólida, sí es negocio exportar. Pero en mercados como Brasil, ya se hace muy complicado”, apuntó. 



Con este cuadro como telón de fondo, la semana pasada hubo una cumbre de productores de economías regionales nucleados en CAME para advertir que la mayoría de los 35 complejos agroproductivos “están perdiendo rentabilidad”. 



“A los costos en alza, la fuerte caída en la demanda, la excesiva presión fiscal y las dificultades para colocar los productos en el mundo, se sumaron los mayores ingresos de mercaderíaimportada, la multiplicación de las tarifas energéticas, las subas en los combustibles y las desavenencias climáticas, que generan pérdidas millonarias e irrecuperables”, apuntaron.



Campo, la excepción. Si bien las fuertes subas en el precio del gasoil afectaron a todos los productores rurales, elalza de los valores de los granos del último mes y la quita total parcial de las retencionesderivaron en que hoy los cuatro cultivos principales de la Argentina (soja, trigo, maíz y girasol) ofrezcan mayor rentabilidad que hace un año. 



“Entre noviembre del año pasado y mayo de este año, la variación del precio del dólar fue del orden del 48%, pero el precio del maíz en el mercado interno, por ejemplo, subió 126% y el deltrigo un 76%”, señaló Juan Manuel Garzón, economista jefe del IERAL. 



Así, según cálculos de la consultora, para el núcleo del complejo agrícola, el tipo de cambio real efectivo ha mejorado entre 40% y 45% en términos anuales, o sea, “casi 20 puntos más que para el promedio de la economía”. 



Guillermo Rossi, economista de la Bolsa de Rosario (BCR), afirmó a iProfesional que “probablemente un productor que arriende, no obtenga buenos rendimientos y esté lejos de los puertos, hoy vaya a pérdida. Pero si miramos a todo el sector, es indudable que hubo una mejora concreta”. 



Los mayores problemas los están padeciendo las industrias y las economías regionales, que quedaron atadas al "ancla" que hoy cuelga del dólar, mientras el Gobierno espera que la inflación por fin arroje buenas noticias.

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